Los socios del tafallés en la plaza de toros. Fotografía: Miguel Monreal.
Derechazo de Javier Marín a la primera erala, que resultó estupenda. Fotografía. Miguel Monreal.
Ciento cincuenta socios disfrutaron de la fiesta anual del Club Taurino Tafallés.
El novillero navarro Javier Marín tentó ayer en la plaza de toros de Tafalla tres eralas de Herederos de Ángel Macua, de distinta condición. Fue el plato fuerte de la fiesta anual del Club Taurino Tafallés, que comenzó con una misa rociera en el ruedo de la plaza de toros, amenizada por el grupo Creando Senderos, a la que siguió un almuerzo en el patio de caballos. Seguidamente, comenzó el tentadero. Auxiliado por el tafallés Pablo Simón, quien dejó buenos detalles, Marín se las vio en primer lugar con una vaca de magnífica condición, que embistió con clase por ambos pitones y tuvo además duración.
El joven de Cintruénigo se lució ante ella; derechazos y naturales de buen corte dieron paso a muletazos de adorno, en una faena seria, serena y completa, que puso de manifiesto que el cirbonero está preparado para afrontar una nueva etapa en su profesión, la de novillero con los del castoreño.
La segunda erala que saltó al ruedo tafallés se dejó asimismo, aunque no tuvo la clase de la anterior y resultó bastante pegajosa. De nuevo, buena labor de Marín, que pudo con la materia prima en todo momento. Y la tercera resultó el garbanzo negro. Muy complicada, medía la embestida y obligó al novillero a realizar un trasteo de aliño, que también le sirvió de cara a su preparación. Una cuarta vaca sirvió para cerrar la tienta y para que el aficionado tafallés Andrés Baztán desplegase todo su voluntarioso repertorio ante ella.
El magnífico ambiente continuó después en el patio de caballo con una comida de hermandad, que dio paso, a los postres, a jotas y sevillana, canciones que se sucedieron en armoniosa rivalidad.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX