JAVIER CORTÉS DEBUTA EN EL ONTANAL DE LODOSA Y ENCANDILA CON SU TOREO

Natural con gusto de Javier Cortés a la segunda erala de Ganadería de Pincha.

Junto con el también matador de toros Joselillo, intervino en la tienta de cuatro muy buenas vacas de Ganadería de Pincha. Galería fotográfica.

Nueva jornada campera el pasado sábado en El Ontanal de Lodosa. En los corrales, cuatro eralas de Ganadería de Pincha, de distintos sementales. En el ruedo de la plaza de tientas, dos matadores de toros: Joselillo y Javier Cortés, que debutaba en esta ganadería. Y también un contrastado picador, Jorge Martínez ‘Ramitos’, y un veterano banderillero, el navarro Manu Rodríguez, que realizó a la perfección la labor de auxiliador.

Abrió el tentadero Joselillo, que se las vio en primer lugar con una vaca, brava en el caballo, que tuvo un pitón derecho de lujo: sin embargo, por el otro iba larga pero no terminaba de rematar el muletazos, defecto que hizo bajar su nota.

La segunda de su lote, tercera de la tienta, fue una erala criada a biberón que salió muy despistada. Poco a poco se fue centrando y acabó siendo sobresaliente en el caballo. Después, resultó extraordinaria en la muleta, por los dos pitones; fue pasando el tiempo, y a los quince minutos de faena, comenzó a salir con la cara perdida, como se comenzaba a aburrir. Joselillo disfrutó ante ella con un trasteo por ambos lados, en el que la característica principal fue el mando. Muy seguro de sí mismo, trazó una faena repleta de poder.

Javier Cortés, por su parte, en su debut en esta ganadería, deleitó con su toreo, ejecutado a cámara lenta, y puso de acuerdo a todos los presentes. Su primera vaca, llamada Rascatripas, superó con bravura la prueba de varas, se arrancó al caballo desde el extremo opuesto de la plaza de tientas. En la muleta, embistió con mucho son, con gran ritmo y duración. El diestro getafeño construyó una faena tan variada como larga, en la que los muletazos de buen corte, por ambos pitones, se sucedieron.

Por último, quien debutó este año en Pamplona aunque sin suerte (no tuvo opciones ante un lote imposible de Escolar) se las vio con una burraca, cuarta de la tarde, que tomó las dos primeras varas con bravura, pero, al salir de la segunda, se cayó y, por unos instantes, pareció que había muerto. Sin embargo, se levantó, se fue reponiendo y atacó de nuevo al caballo; pero sólo topó con el peto y volvió a caerse, como acusando alguna lesión en el cuello. E inesperadamente, fue un torbellino de embestir en la muleta; lo hizo  con gran fijeza, con el morro barriendo la arena y con muy generoso recorrido. Cortés, con humildad, siempre al servicio del ganadero, simplemente bordó el toreo; de su muleta brotó al ralentí, con quietud y fineza, cualidades de un torero que merece mejor lugar en el escalafón.

Por último, tapias como Nabil ‘El Moro’ o Patricia Sacristán, entre otros, pudieron robar algunas series a las eralas, que también fueron toreadas por el rejoneador calagurritano Sergio Domínguez, quien puso a prueba varios caballos de su cuadra.

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