IMANOL SÁNCHEZ Y RAÚL RIVERA SE REPARTEN LAS DOS PRIMERAS OREJAS DEL CICLO PERALTÉS

Ayudado de Gómez del Pilar al codicioso quinto, que no se cansó de embestir con nobleza. Fotografía: Galdona.

El madrileño Gómez del Pilar puso el mejor toreo de la tarde y, sin embargo, se fue de vacío

Ganado. Cinco utreros de Navalrosal y un sobrero, cuarto, de Concha y Sierra, correctamente presentados, más cuajados los tres últimos del hierro titular, cómodos de cara y de juego dispar; primero y quinto, nobles y con calidad, fueron aplaudidos en el arrastre; segundo, complicado, por incierto y mirón; tercero, rajado; cuarto y sexto tragaron sin clase.

Novilleros.

Imanol Sánchez: saludos y oreja.

Gómez del Pilar: silencio y vuelta tras aviso.

Raúl Rivera: saludos tras petición y oreja.

Presidencia. A cargo de María José Vidorreta, asesorada por Oihana Ostolaza y Jesús Asín, cumplió correctamente su cometido.

Incidencias. Dos tercios de plaza. Tarde nublada y agradable, pese a la lluvia durante el cuarto novillo. Sánchez y Rivera hicieron el paseíllo desmonterados. Los subalternos Iván Aguilera y Fernández Sánchez saludaron montera en mano tras banderillear al segundo de la tarde.

En ocasiones, el toreo no es justo en el reparto de trofeos y esto es lo que sucedió ayer en la entretenida novillada que abrió feria. Gómez del Pilar ejecutó el mejor toreo de la tarde pero, por fallar en la suerte suprema, se fue de vacío. Los otros dos novilleros, más voluntariosos y menor rodados que el anterior, cobraron sendas orejas por hundir, en mejor o peor sitio, el estoque, el mismo que siempre da y quita. Lo innegable es que los tres mostraron una estupenda disposición ante una novillada de juego muy dispar.

Sánchez recibió con unas mecidas verónicas al que abrió plaza, que, mal picado, tuvo nobleza y clase en la muleta; sólo le faltó un punto de fuerza para tener más transmisión. El joven aragonés lo entendió muy bien y le ofreció los tiempos que pedía el bondadoso novillo, algo terciado como los dos siguientes. Le realizó una faena larga, con soltura, basada más en la diestra, en el toreo en redondo. Perdió el trofeo por acertar al segundo golpe de descabello. Su segundo, el sobrero, no tuvo la misma calidad, y su faena, tampoco. Sustentado en la voluntad, en el tesón, realizó otro trasteo largo ante un utrero que se fue apagando hasta pararse. Pero en esta ocasión, mató de una estocada, algo caída, el público pidió el trofeo y el palco lo tuvo que conceder. Primera oreja de la feria.

Algo similar le ocurrió a Rivera en el sexto, otro novillo sin clase que aceptó la insípida muleta del toledano. Pases y más pases, molinetes de rodillas para calentar en plan bullanguero y, eso sí, la mejor estocada de la tarde, casi la única buena, y nuevo trofeo. Frente al tercero, rajado, mostró similares maneras, insistió e insistió, mató de otra estocada y casi logra su objetivo, pero la petición no fue mayoritaria.

Gómez del Pilar tiró de oficio frente al peligroso, por incierto, mirón y reservón, y consiguió salir ileso del trance, que no fue poco. Ante el quinto, el mejor de l a tarde, por su calidad y su codicia, confeccionó una completa faena, con mando, por ambos pitones, y con mejor argumentos al natural, con muletazos largos y alguno barriendo la arena. Preparó mucho la suerte suprema pero marró con los aceros y se le esfumó el triunfo.

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