El caballo ‘Chenel’ estuvo a punto de ser corneado al ejecutar un cambio por los adentros.
Lugar: plaza de toros de Almería.
Ganado: seis toros de Herederos de Ángel Sánchez, de buen juego en general.
Pablo Hermoso de Mendoza: oreja en ambos.
Diego Ventura: palmas y dos orejas.
Leonardo Hernández: dos orejas y oreja.
Incidencias: Tres cuartos de plaza. Última de feria. Los tres rejoneadores salieron a hombros.
El equipo de Pablo Hermoso de Mendoza vivió el viernes una noche maratoniana. Después de actuar en una nocturna en Figueira da Foz (Portugal), tuvo que recorrer los mil sesenta kilómetros que separan esa localidad con Almería. El propio rejoneador y su cuadrilla llegaron a las once y media de la mañana del sábado a la ciudad andaluza y se fueron directos al sorteo. Los caballos se descargaban en el coso almeriense a las cuatro de la tarde, apenas tres horas antes de comenzar el festejo. Pese a estos inconvenientes, lo cierto es que no acusaron la paliza física y todos dieron lo mejor de sí desde el primer toro.
En lo meramente taurino, el caballero navarro cortó una oreja del que abrió plaza, un toro que salió con bríos de toriles pero que se fue apagando conforme avanzó la lidia. Brilló en banderillas con Manolete, con el que rubricó verdaderos muletazos por los adentros con mucho mérito. Clavó también banderillas, de frente y con pureza, sobre Viriato y terminó con una rueda de cortas, que dieron paso a un rejonazo y un descabello. Primera oreja de la tarde.
En el cuarto, después de la merienda, se dio un caso nada habitual en el toreo a caballo: la faena se impuso al rejón de muerte y, a pesar de dos pinchazos, el público consideró que el estellés merecía una oreja y la consiguiente salida por la puerta grande, la cuarta consecutiva en esta plaza y con la que hacía pleno desde que se instauró la corrida de rejones en Almería.
Lo cierto es que cuajó una importante faena al cuarto, que estuvo a punto de cornear a Chenel al ejecutar un auténtico trincherazo por los adentros. Muy puro, arriesgó con las cabalgaduras, en una magistral actuación en la que también despuntó Dalí, provocando con los cuartos traseros al toro con mérito.