
Guillermo Hermoso sacó de salida a ‘Churumay’ por primera vez en su campaña mexicana.
Sus dos faenas conectaron con los tendidos, pero no acertó a la hora de matar. Fotografías: pablohermoso.net
Ganado: Seis toros de Marrón, primero y cuarto para rejones, que cumplieron en presencia y juego; destacó el lidiado en tercer lugar, que fue bravo.
Toreros: Guillermo Hermoso de Mendoza (saludos en ambos), Alejandro Martínez Vértiz (silencio y saludos) y José Luis Angelino (dos orejas y palmas).
Lugar y fecha: Plaza de toros La Macarena en Salvatierra (Guanajuato). 2 de febrero.
Incidencias: Lleno. Corrida de La Candelaria. Angelino salió a hombros.
Se estrenaba Guillermo en la localidad de Salvatierra y lo hacía en su plaza antigua, no en la portátil de la feria que es donde su padre había actuado en los últimos años. Una belleza de plaza situada en el centro del pueblo y que es una delicia su arquitectura y su ambiente.
Con plaza llena, lidió Guillermo su primer toro, un astado de Marrón al que le faltó un poco más de acometividad. Lo paró sobre Churumay, con el que colocó dos rejones de castigo antes de torearlo con la bandera. En banderillas comenzó con Ilusión con quien marcó muy bien los tiempos en dos banderillas, llegando muy cerca y clavando en lo alto. Otras dos más montando a Donatelli, cerrando con piruetas y un último tercio con Corsario, dejando tres de las cortas y un rejón de muerte al tercer intento. Hubo leve petición y fue sacado al tercio a saludar por una faena muy del gusto del público que estuvo siempre muy metido en la labor del joven jinete.
El cuarto si fue un toro bravo y enrazado y eso sacó lo mejor de Guillermo que cuajó una faena con mucha garra, en la que consiguió que el tendido fuese un hervidero durante toda la lidia y solamente los fallos con el descabello le privaron de tener los máximos trofeos que ya tenía ganados. Una labor comenzada con Manizales, galopando llevando al toro encelado, pero con mucha fuerza. En banderillas la faena fue un recital de Disparate y de Arsenio, cada uno en su función dieron una lección de torear de costado, de clavar de frente y de rematar perfectamente todas las suertes. Una faena que cerró con Corsario, dejando las cortas y las rosas en los medios y dejando un rejón de muerte perpendicular que no hizo efecto y luego el descabello se encargó de emborronar la faena. A pesar de salir sin trofeos, Guillermo salió como el consentido de una plaza que vibró con su toreo en toda su expresión.