FITERO: DESTACADA ACTUACIÓN DEL VALENCIANO JESÚS CHOVER EN UNA NOVILLADA SIN TROFEOS

El valenciano Jesús Chover clava un par. Fotografía: Mariano Pascal.

Los utreros de Los Recitales, correctos de presentación, resultaron nobles y los dos últimos fueron ovacionados en el arrastre.

Ganado. Cuatro utreros de Los Recitales, correctos de presentación, nobles, con los dos últimos ovacionados en el arrastre.

Novilleros.

Jesús Chover: ovación tras aviso y vuelta al ruedo.

Milagros Sánchez: silencio tras aviso en ambos.

Presidencia. A cargo de Ángel Bergara, asesorado por Jesús Mari de Andrés y Paco Romera, estuvo correcta en los cambios de tercio y medida en la concesión de trofeos.

Incidencias. Menos de media plaza. Tarde nublada y agradable. Chover sustituyó a Fabio Castañeda. Los dos novilleros hicieron el paseíllo desmonterados.

Los cinco kilómetros entre Fitero y Cintruénigo son la corta distancia que tuvo que recorrer el mayoral de Los Recitales tras la corrida del sábado y la novillada de ayer. Los novillos del hierro sevillano, que ya había estado presente en la corrida de San Raimundo, manifestaron un comportamiento ya habitual: bravos en el caballo y nobles y boyantes en el último tercio, destacando el comportamiento del tercero y el cuarto.

El valenciano Jesús Chover, incorporado a última hora al cartel, trajo a la plaza de Fitero aromas de toreo corajudo y comprometido. Comenzó el festejo a portagayola, intervino en quites en todos los toros, colocó banderillas de manera espectacular, llegando incluso a partir los rehiletes para llamar la atención del público. Destacó especialmente la forma que tuvo de parar al tercer novillo, rodilla en tierra y por verónicas, al que luego torearía con cierto temple en una faena basada en la mano derecha.

Tanto se confió el novillero que llegó a pasarse de faena. Tras dos pinchazos y una estocada atravesada, el éxito quedó diluido en una vuelta al ruedo.

Milagros de Perú, que ya había toreado en Fitero en su etapa sin picadores, mostró haber adquirido más oficio frente a los utreros. Pero esta mayor seguridad, hizo aflorar lo limitado de sus recursos y alejó al público de sus actuaciones. La espada y el temperamento del cuarto novillo hicieron el resto para que la peruana fuese silenciada.

Texto: Mariano Pascal.

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