De izqda. a dcha., Mariano Pasacal, Domingo Delgado de la Cámara y Juan Ignacio Ganuza, en un momento de la conferencia sobre Manolete.
El reconocido investigador taurino madrileño ofreció una conferencia en el club taurino de la capital navarra.
“Es un honor estar aquí porque la de Pamplona es mi feria favorita junto la de Bilbao. Las fiestas de San Fermín son la alegría de vivir. Y es en esta tierra donde quizá se respeta y admira más al toro bravo”. Fue la tarjeta de presentación de Domingo Delgado de la Cámara en el Club Taurino de Pamplona antes de profundizar en la figura de uno de los toreros más importantes de la historia, de Manuel Rodríguez “Manolete”.
Seguidamente, desmitificó la figura de Juan Belmonte con el precursor del toreo moderno y asignó este histórico papel a Manolete, quien, según el conferenciante, fue quien “toreaba como se torea ahora”. Y para demostrar la importancia del cuarto califa cordobés del toreo (los tres anteriores fueron Lagartijo, Guerrita y Machaquito, y el quinto y último Manuel Benítez “El Cordobés”) puso el siguiente ejemplo:
“Todos los que vivían el 28 de agosto de 1947 (fecha de la muerte de Manolete) recordaban dónde estaban ese día y qué estaban haciendo, aunque no fueran aficionados al torero”.
Para el abogado madrileño y reconocido investigador taurino, el matador de toros cordobés fue el español más popular de la década de los 40 del siglo pasado. “En ese periodo de nuestra historia, ningún acontecimiento tuvo tanto impacto como la muerte de Manolete, ni siquiera el encuentro, en octubre de 1940, de Franco y Hitler en Hendaya”, aseguró De la Cámara.
Diversas etapas
Para el autor de libros como “Revisión del toreo”, “Avatares históricos del toro de lidia”, “Del paseíllo al arrastre” y “Entre Marte y Venus”, sólo cuatro toreros del siglo XX –Joselito, Belmonte, Manolete y El Cordobés- trascendieron más allá del toreo. “De entre éstos, Manolete, que parece salido de un retrato de El Greco, encarna la austeridad, las dificultades de una época, la de la posguerra, los tiempos de las cartillas de racionamientos, indicó el conferenciante.
Por último, dividió la figura de Manolete en diversas etapas. La primera, entre el 2 de julio de 1939 (día de su alternativa) hasta finales de la temporada del 45, es la de “devoción total del pueblo español por él; la segunda se desarrolla entre 1946 y 1947, “se dice de él que estaba rico y que tenía una amante, y el pueblo comienza a darle la espalda”; la tercera se desarrolla entre 1947 y 1975, “es la del arrepentimiento colectivo y en ella no se puede hablar mal del maestro cordobés”; y la última arranca a partir de 1975, “es la de pedirle cuentas y nombrarle el gran corruptor de la fiesta”:
En este sentido, De la Cámara desmontó las dos principales acusaciones a Manolete –las de imponer el afeitado de los toros y la lidia de utreros en corridas de toros-, y para ello aportó numerosos ejemplos anteriores al protagonista de su interesante exposición.
Manolete en Pamplona
La historia del histórico torero cordobés en la capital navarra se resume de la siguiente manera: toreó cuatro años, hizo diez paseíllos, estoqueó veinte toros y cortó diez orejas y un rabo. Debutó en 1940, año en el que toreó seis tardes y se fue de vacío. Dos años después, fueron tres también sus actuaciones y consiguió cortar una oreja. Al año siguiente, 1943, rubricó su año cumbre en Pamplona: volvió a torear tres días y se llevó cinco orejas y un rabo de los seis toros que lidió. Y el 10 de julio de 1947 protagonizó su último paseíllo en nuestra plaza; rubricó dos grandes faenas que se saldaron con las cuatro orejas de su lote, dos murubes de Urquijo de Federico. Mes y medio después, el 28 de agosto, encontró la muerte, por la cornada que le infirió el toro Islero, de Miura, en la plaza de Linares.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX