Fue penosa la imagen del quinto toro, del segundo del lote de El Juli. Fotografía: Efe.
13 de julio. Ocho y cuarto de la tarde, más o menos. Se abre el portón de toriles. Salta al ruedo un toro negro, cuatreño, marcado con el número 62 y con el hierro de Domingo Hernández. Su nombre, Juguetón. Tras corretear por el ruedo, entró al caballo, chocó contra el peto y salió de la suerte completamente despitorrado.
Sus dos pitones estaban completamente escobillados. La feria ¿del toro? quedaba en entredicho. Un toro, que le correspondía a Julián López “El Juli”, le sacaba los colores al prestigio de la feria más rentable del mundo. Un episodio bochornoso para el veedor, bochornoso para la empresa, y bochornoso e indignante para el aficionado. Al gran público, al festivo, no le importó demasiado; “mira cómo tiene los pitones ese toro”, se limitó a comentar y después premio al torero madrileño con una oreja. Y seguro que, entre ese público, había más de un barbero.
Era la séptima de corrida de una feria que había comenzado el 7 de julio y había ido de fracaso en fracaso ganadero. El octavo vino dado de la mano de Miura. Por ello, el premio Feria del Toro a la mejor corrida ha quedado desierto, con el recuerdo de una arena mal echada que ha creado numerosos problemas para la lidia.
Y lo mismo tenía que haber sucedido con el Trofeo Carriquiri al toro más bravo del ciclo. Dentro de un desierto de bravura, Costurero, de Escolar, fue un oasis no sólo en esa tarde sino casi en lo que se llevaba de feria. Marcado con el 33, se puede afirmar que cumplió en varas; en el segundo encuentro se arrancó alegre al caballo pero para usted de contar; la aceptó sin más, sin empujar lo más mínimo. Ya en la muleta, el cárdeno, escaso de clase, tuvo un buen pitón derecho; repitió humillado pero echó la cara arriba en el último pase de cara serie. Por el otro pitón, por el izquierdo, bajó su nota; embistió al pasito y sin terminar de pasar. Y, tras una casi entera de Ureña, como buen manso se fue a morir a tablas.
En cualquier caso, la suerte ya está echada. Pero donde no lo está es en el elenco de ganaderías para el año que viene. Ninguna de las lidiadas este año se ganó la repetición, incluida la inválida novillada. Ahora bien, volverá Miura, al parecer con puesto vitalicio en la feria. También, Escolar, dado que ha sido premiada. ¿Y alguna más? Seguro que sí, aunque no haya hecho mérito alguno. Ciertos nombres pesan mucho en la comisión taurina.
Por cierto, las novedades que presentó fracasaron, sobre todo las de Joselito y Conde de la Maza, dos ganaderías sin mérito alguno para anunciarse en Pamplona. Esperemos que los comisionados tomen nota; lo más probable es que no lo hagan, pero por pedir que no quede.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX