Otros tres fueron aplaudidos en el arrastre y a la novillada se le cortó media docena de orejas.
Tras su paso ganadero por la plaza de Tafalla, Pablo Hermoso de Mendoza volvió a lidiar el viernes pasado una novillada picada, esta vez en la plaza madrileña de Galapar, en la tierra natal de José Tomás, y alcanzó un éxito rotundo. Del encierro, compuesto por siete utreros, cuatro ofrecieron un juego extraordinario y el sexto, lidiado por Daniel Crespo, fue reconocido con la póstuma vuelta al ruedo en el arrastre; otros tres fueron ovacionados.
Los lidiaron el rejoneador Manuel Manzanares (ovación) y los novilleros Antonio Lomelín (oreja y dos orejas), Daniel Crespo (silencio y dos orejas) y Heredia (oreja y ovación).
El mexicano Lomelín, apoderado por Juan Andrés Hermoso de Mendoza, hermano del rejoneador estellés, fue el gran triunfador de la tarde y salió a hombros después de haber bordado el toreo el día anterior en el festival celebrado en Sangüesa.