Tanto los toros para el rejoneo como los de lidia ordinaria ofrecieron gran juego y el tercero fue premiado con la vuelta al ruedo. Fotografías: Arjona.
Ganado: Dos toros de Los Espartales para rejones, primero y cuarto, de excelente juego, y cuatro de Núñez del Cuvillo, bien presentados y de juego superior; segundo y sexto fueron ovacionados en el arrates y al tercero, llamado Ricardita, número 184, se le dio la póstuma vuelta al ruedo.
Toreros: Diego Ventura (oreja en ambos), El Fandi (dos orejas y oreja) y Sebastián Castella (cuatro orejas).
Lugar y fecha: Plaza de toros de Tudela (NavarraI. 28 de julio de 2024.
Incidencias: Media plaza. Tarde muy calurosa. Tercera y última de feria. Actuó como sobresaliente Juan Millán. Los tres toreros salieron a hombros.
La imagen dada en el ruedo por los toros de lidia, el caballero y los dos matadores fue excelente. Taurinamente, para recordar una tarde así en Tudela, habría que retrotraerse justo diez años, a la corrida de Lola Domecq con los toros de El Torero.
Pena que el tirón del cartel entre el gran público no fuese el de la víspera, porque siendo aceptable en los tendidos de sombra y sol y sombra, no arrastró espectadores a unas localidades de sol que ayer ardían bajo el astro rey y la calorina.
Diego Ventura volvió a Tudela y a Navarra una década después, con dos exquisitos toros de Los Espartales bajo el brazo. Las comparaciones entre Pablo Hermoso de Mendoza y el rejoneador lisboeta, con esa rivalidad en diferido que han mantenido tanto tiempo, resultaban ayer más sencillas de hacer.
El tirón de taquilla y el don para saber con quién anunciarse son un punto para el de Estella. En los artificios y populismo fuera de la cara del toro, ganó Diego de Asís. Pero es que en el toreo fundamental, siendo Hermoso el creador de los lances del rejoneo moderno, como los lances de frente o el torero a dos pistas, Ventura los ha sabido adaptar hasta un lugar en que con sus caballos Nómada, Lío o Vivaldi el combate hubiera acabado en tablas. Con el rejón de muerte, el vecino de la Puebla del Río bajó mucho. Los cuatro pinchazos en su primero y el pinchazo en el cuarto, lo hubieran dejado fuera de competición.
En la parte de toreo a pie David Fandila ‘El Fandi’ volvía a Tudela una vez más. Pareció muy espoleado desde que se abrió de capote. La mengua de contratos en esta temporada y la calidad que mostró el primer cuvi que salía por chiqueros le hicieron quitar por orticinas, poner banderillas en todas las suertes y templarse por encima de lo acostumbrado con la muleta. Estéticamente el conjunto no merecía el bajonazo final que pegó con la espada.
En el que hizo quinto, el toro fue perdiendo gas, aunque no calidad, tras un vibrante tercio de banderillas. Era toro para toreros de palo artista y ahora sí, lo mejoró con la estocada.
Castella, de tabaco y oro pero más serio que un catafalco, recibió a Ricardita, el toro díscolo del encierro, con verónicas a pies juntos y un quite por chicuelinas. Tras un puyazo estándar, le instrumentó una académica faena a los sones de ‘Corazón Gitano’. El toro de Cuvillo era bravo, murió bravo y fue premiado con la vuelta al ruedo.
En el sexto salió un toro castaño abanto al capote y banderillas, con querencia a las puertas del encierro. Castella lo vio, lo recibió sentado en el estribo y con naturalidad y temple le hizo la faena de la feria. Vini, vedi, vincit.
Crónica de Mariano Pascal, publicada en diariodenavarra.es