TRES NOVILLOS DE NOTA EN UN BUEN COMIENZO DE LA FERIA DE SAN ADRIÁN

José Cabrera al natural ante uno de sus novillos. Fotografía: Isabel Virumbrales.

José Antonio Heredia al natural ante uno de sus novillos. Fotografía: Isabel Virumbrales.

El almeriense José Cabrera cortó la única oreja de la tarde.

Ganado: Cuatro erales de Ganadería de Pincha. Primero, tercero y cuarto de triunfo, segundo más parado. El tercero fue aplaudido en el arrastre.

José Cabrera: silencio tras leve petición y oreja.

José Antonio Heredia: silencio tras aviso en ambos.

Presidencia: a cargo de Emilio Cigudosa, asesorado por Juan Martín Muro y Rosa Loranca.

Incidencias: Tres cuartos de entrada. Tarde soleada y muy calurosa. Se guardó un minuto de silencio por las víctimas del accidente de Galicia. José Antonio Heredia fue atendido por los servicios sanitarios al finalizar el festejo y recibió tres puntos de sutura en la barbilla, consecuencia de una voltereta.

A porta gayola comenzó la Feria del Espárrago de Oro de San Adrián. Habían sonado clarines y timbales, el portón de chiqueros estaba abierto y José Cabrera mandó cerrarlo de nuevo para cruzar el albero y colocarse de rodillas frente a toriles. Dos largas cambiadas de rodillas fueron su carta de presentación ante un novillo noble, llamado Rascatripas, que mostró fijeza y codicia de principio a fin.

Durante la faena de muleta, Rascatripas puso de manifiesto su virtud de humillar. Cabrera, muy afanoso, obvió la petición del novillo de someterlo por abajo y se decantó por el toreo a media altura rematando siempre por arriba. El novillero se vio más cómodo con la muleta en la mano derecha y así planteó su faena con algún muletazo de trazo largo. Desplantes y adornos de rodillas fueron el epílogo de una estocada contraria y caída; el burel se refugió en tablas y no tardó en echarse. Leve petición que se diluyó pues tras el arrastre el novillero fue silenciado.

Cabrera recibió al tercero de la misma forma que al que abrió plaza, a portagayola y de rodillas. Protagonizó con más ganas que acierto el tercio de banderillas, el primero por fuera, el segundo por los adentros y el tercero un par al violín al hilo de las tablas con el que hizo que el respetable olvidara la merienda y se metiera en su faena. El novillo noble y encastado pedía dos cosas; distancia y colocación. En más de una ocasión faltaron ambas cosas, las cuales, Heredia, suplió con voluntad y con desplantes de cara al graderío que premió la labor del joven almeriense con una oreja.

José Antonio Heredia dejó la impronta de un toreo puro, meciendo los brazos con mucha suavidad en eltoreo a la verónica. Fue replicado por Cabrera con un quite por tafalleras.

Trasteo doblándose con mucha plasticidad para comenzar la faena y tras ello una tanda de naturales largos, rematados todo lo atrás que permitió el de Pincha, un eral que pronto se quedó corto. Recibió un par de volteretas al no tener oficio suficiente para resolver ante el novillo que se venía vencido por el pitón derecho y que echaba la cara arriba en señal de protesta cada vez que tocaba las telas. Falló a espadas y recibió un respetuoso silencio por parte del público de San Adrián.

Volteretas también, en el saludo capotero al cuarto de la tarde, cuando Heredia no sacó los brazos, se vio a merced del novillo marcado con hierro lodosano. Cabrera hizo uso de su turno de quites, en el que se acordó de El Juli realizando sus famosas lopecinas. Buena brega de Javier Gil Abad con los capotazos justos y medidos. El último tercio estuvo caracterizado por el empaque de Heredia, su bonita composición y su toreo desmayado en algunos muletazos. No tuvo su tarde con el acero y recibió de nuevo otra voltereta.

Información de Isabel Virumbrales para Diario de Navarra.

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