Antonio Catalán Palazón, de 16 años, tentó dos vacas en la finca burgalesa de Antonio Bañuelos.
Toñete, este nombre artístico utiliza, es alto, espigado. Tiene 16 años. Nacido en Madrid, posee profundas raíces navarras, sobre todo corellanas, que le han llevado a considerarse “navarro-madrileño”. En septiembre comenzará primero de Bachillerato. De momento, compagina los estudios con su gran afición, el toreo, y con su sueño, llegar a ser algún día matador de toros.
Sus primeros pasos en el llamado arte de Cúchares comenzó a darlos hace cuatro años, con sólo 12 de edad, bajo la batuta de Ángel Gómez Escorial, matador de toros madrileño, y de su padre, el conocido y reconocido empresario navarro Antonio Catalán Díaz, que sigue atentamente la andadura taurina de uno de sus seis hijos.
Sin antecedentes taurinos familiares, Antonio Catalán Palazón reconoce que su afición comenzó a través de la televisión. “Vi una corrida televisada de rejones, me gustó mucho y a partir decidí intentar ser torero”.
A partir de ahí, comenzó a torear de salón y a conocer la técnica. Después, ha intervenido en numerosos tentaderos, compartidos con figuras del toreo, como Miguel Abellán, entre otros.
Y el pasado 13 de julio le llegó la hora de su presentación en público. Lo hizo, vestido de corto, en la plaza todelana de Las Ventas de Retamosa, donde al becerro que le cayó en suerte, el sexto y último del festejo, marcado con el hierro de El Boyeril, le cortó una oreja, “pese a que falle muchísimo con el estoque”, reconoció el becerrista.
Tras este triunfo, recaló el pasado lunes en la finca burgalesa La Cabañuela, para tentar dos vacas de Antonio Bañuelos, en presencia de otros novilleros navarros.
Justo cuando le correspondía tentar a su primera, un contundente chaparrón hizo acto de presencia. Así, bajo la fuerte lluvia se las vio con una vaca que resultó, además muy complicada. Todo fueron adversidades. Y lo mismo le ocurrió con su segunda: vaca con muchos problemas y nueva tormenta.
“Me han ordenado que te echase dos vacas complicadas, que te exijan, para que aprendas más, aunque quizá me he pasado, se me ha ido la mano”, le dijo Bañuelos al joven torero. Pero, ¿Quién le había dado tal orden al ganadero? ¿Quién iba a ser? El propio padre de Toñete, Antonio Catalán, quien, desde la distancia, controla la trayectoria de taurina de su hijo. No podía ser de otro modo. Donde manda patrón…
Por lo menos, Toñete pudo quitarse la espina con la cuarta vaca, que tuvo mucha calidad, y demostrar las buenas maneras que atesora como torero, algo que ya sabe desde hace tiempo su padre.