TODO FACHADA. CRÓNICA DEL CUARTO FESTEJO DE LA FERIA DE TAFALLA

Con pases por alto agarrado a tablas comenzó El Capea la faena frente al quinto. Fotografía: Eduardo Buxens.

Con pases por alto agarrado a tablas comenzó El Capea la faena frente al quinto. Fotografía: Eduardo Buxens.

Los cinqueños de Carriquiri decepcionaron en una tarde de avisos y de pinchazos.

Ganado: Seis toros de Carriquiri, correctos de presentación aunque muy desiguales, con kilos y pitones, que cumplieron en varas, pero deslucidos, sin clase en el último tercio, salvo el noblón primero, que fue aplaudido en el arrastre.

Diestros:

Javier Castaño: oreja tras aviso y saludos tras aviso.

El Capea: silencio tras aviso y vuelta tras aviso.

Pérez Mota: silencio tras aviso y silencio.

Presidencia: A cargo de Mikel Juango, asesorado por Andrés Baztán y la veterinaria Pilar Soteras, cumplió correctamente su cometido.

Incidencias: Dos tercios de plaza. Tarde soleada y agradable, aunque con molestas rachas de fuerte viento. El subalterno Juan Contreras, hermano del matador Pérez Mota, saludó montera en mano tras banderillear al sexto y último de la tarde.

Fue una tarde decepcionante. Casi toda la culpa la tuvo la materia primera. Y digo casi porque de alguno de los toreros se esperaba más también. Si a estos dos factores, sumamos la sucesión de pinchazos y de avisos, y las rachas de fuerte viento, que molestaron durante la lidia, el resultado es claro. Sobran las palabras.

Los de Carriquiri lucieron kilos, generosas astas, incluso bonita estampa alguno, pero poco más. Cumplieron en varas sin alardes de bravo y sólo el primero, el único cuatreño, embistió con nobleza, fijeza y cierta clase en el último tercio.

Este colorado ejemplar cayó en manos de un Castaño que dio la sensación de poder hacer más ante él. Ligó los muletazos en redondo, en varias series cortas, pero la pastueña embestida del astado permitía otras distancias, otras maneras. Fue muy buen toro para el torero y el diestro leonés debió apostar más fuerte con él. Pese a ello, mató de una estocada pelín trasera, y cobró una oreja, la única que se concedió en toda la tarde.

Castaño convenció más con su segundo, un toro cornalón, con cierta guasa, con peligro sordo, ante el que dio la cara y se la jugó con un arrimón que dio interés y cierta emoción al trasteo. Pero pinchó demasiado y perdió toda posibilidad de triunfo grande.

El Capea, por su parte, se encontró con un segundo toro que se revolvía ágil por el pitón derecho y que no dejaba colocarse. Por ello, optó por el otro pitón pero tampoco terminó de acoplarse por ayudados. No tuvo muchas opciones pero debió matarlo mejor, bastante mejor.

Frente al quinto, no mejoró su imagen. El toro se quedaba corto por el derecho pero el espada tampoco se decidió a dejarle puesta la muleta. Toreó después al natural, pero dijo muy poco. En general, se dejó tocar demasiado el engaño. Al final, optó por invertidos y desplantes, que estuvieron a punto de darle fruto; la espada se le volvió a atragantar y así…

Pérez Mota, por último, tuvo que pechar con el peor lote, dos toros deslucidos por su escaso recorrido. El gaditano lo intentó pero el lucimiento era imposible.

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