De izda. a dcha., Antonio Catalán “Toñete”, Francisco Marco y Javier Marín.
El matador de toros Francisco Marco y los novilleros Javier Marín y Toñete probaron la bravura de seis exigentes eralas.
El matador de toros estellés Francisco Marco y los novilleros Javier Marín, de Cintruénigo, y Antonio Catalán “Toñete”, madrileño de raíces corellanas, coincidieron el miércoles pasado en Valladolid, en la finca Boecillo, propiedad de los hermanos Gamazo –José María, Francisco e Íñigo, fallecido en 2014-, donde se crían las reses de Raso del Portillo, del considerado hierro más antiguo de España.
En los corrales de su plaza de tientas, les esperaban seis bonitas eralas de procedencia Santa Coloma, vacas que, salvo la última, resultaron muy complicadas en las muletas de la torería navarra.
Bajo la dirección de los Gamazo, familia a la que pertenece esta vacada de bravo desde 1880, el tentadero resultó exitoso para los ganaderos. Varias de las eralas fueron muy bravas en el caballo; acudieron al peto desde el lado opuesto de la plaza en diversas ocasiones.
Pero en la muleta fueron otro cantar. Salvo una, desarrollaron sentido, supieron siempre lo que se atrás, por lo que resultaron muy complicadas. Bien auxiliados por el banderillero tafallés Pablo Simón, Maco y Marín no pudieron disfrutar de su toreo ante las que les cayeron en suerte; sin embargo, la tienta les sirvió para aprender a cogerle el aire a este tipo de ganado, para saber cómo se les debe torear.
Mayor fortuna tuvo el más inexperto de la terna navarra, Toñete, que debutó con picadores hace un mes en la plaza de Zamora. Poco pudo hacer ante la difícil tercera, pero se quitó la espina con la sexta, que atesoró mucha calidad y nobleza. El joven novillero la toreó con muy buen estilo por ambos pitones; los derechazos y naturales se sucedieron con firmeza una faena larga en la que acabó gustándose Toñete.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX