TENTADERO DE ÍÑIGUEZ MARCADO POR LA BRAVURA Y SERIEDAD DEL GANADO

Los participantes en el tentadero de Íñiguez.

Los participantes en el tentadero de Íñiguez.

Las vacas, de seis, cinco y cuatro años, empujaron con codicia en el peto y acudieron cinco veces al caballo cada una. Imágenes.

La finca arguedana Pieza del Rey, donde se cría el ganado bravo de Alfredo Íñiguez, se inundó el sábado pasado de bravura por un tentadero de ésos clasificados “para machos”. Bajo un cielo limpio, azul, entregado al sol, a la nueva plaza de tientas de esta vacada de bravo, preciosa y funcional plaza que se abre a un llamativo paisaje bardenero, saltaron seis vacas, todas de procedencia Cayetano Muñoz; es decir, marcadas con el hierro del ganadero menor, con el Algredo Íñiguez Moncayola; de las vacas, tres tenían seis años, dos eran cinqueñas y otra, cuatreña; bravas todas en el caballo, en la muleta cuatro sobresalieron por su nobleza, calidad, duración y transmisión.

De las seis, sólo una tomó tres puyazos; el resto no bajó de cinco encuentros con el peto. Una de ellas, la segunda, estuvo a punto de derribar. Pero allí estaba Juan Manuel Sangüesa, que puso a todos los asistentes de acuerdo ya que bordó su labor e incluso fue ovacionado, hasta por el matador de toros Bejarano, que fue testigo destacado del tentadero y aconsejó a uno de los tres actuantes.

Respecto al juego en la muleta de la materia prima, dos vacas fueron excepcionales; tuvieron todo lo positivo que se puede tener: nobleza, clase, motor, transmisión, duración… Otras dos resultaron asimismo muy buenas porque fueron un dechado de bondad, de las que más gustan a los toreros por cómodas. Y hubo otras dos, segunda y sexta, que se quedaron cortas y resultaron por ello algo más complicadas.

Las lidiaron tres novilleros: Gallo Chico, de Córdoba, Miguel Cuartero, de Zaragoza, y el brasileño Igor Pereira, que el año pasado toreó en Peralta y sufrió una cornada de cinco centímetros en una rodilla. Todos ellos, con sus respectivos estillos, mostraron buenas maneras y disfrutaron ante la calidad del ganado.

El punto final a la jornada la puso un muy joven becerrista zaragozano, Rubén Reche, que, a sus12 años, lidió un eral, ante el que fue un derroche de ganas y dejó destellos de toreo de calidad.

Una de las vacas en el caballo Una vaca en la muleta

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