Salvador García Cebada en el patio de caballos de Pamplona, en 2006.
Estuvo por última vez en 2008 y él mismo reconocía que la de Pamplona era la única feria a la asistía desde Cádiz.
El entrañable ganadero se desplazaba hasta Pamplona siempre que podía. La última vez lo hizo en 2008. Tenía entonces 90 años y todavía montaba a caballo por su dehesa de La Zorrera. Era fácilmente reconocible por su inseparable sombrero de cordobés. En aquella ocasión, reconoció que sólo acudía a una de las muchas ferias en las que lidiaba sus toros, la de Pamplona. “Me gusta mucho, vengo todos los años y a las demás ferias no voy. Me veo allí aburrido normalmente y me dicen Pamplona y parece que me ponen una inyección, y me vengo para acá. No sé qué tiene Pamplona, pero es la única feria lejos de Cádiz a la que voy”.
Tres años antes, lidió una corrida de toros de muy buen juego. Tras los apartados, tenía la costumbre de acudir al club taurino para conversar de toros con amigos y tomarse su manzanilla. Al verle, muchos le preguntaban: “¿Se llevará los premios, don Salvador”. Así, día tras día. Y él, sonriente, respondía repleto de ilusión con su inconfundible acento gaditano: “Ya veremos; de momento queda un día menos y seguimos siendo candidatos”. Ese año, el jurado falló a favor de otra ganadería y el veterano se quedó sin premios injustamente, lo que no impidió que regresara al año siguiente con ilusiones renovadas.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX