El rejoneador navarro fue el único que salió a hombros, tras pasear en triunfo las dos orejas del cuarto.
Ganado: Cuatro erales de Santafé Martón, bien presentados, primero y cuarto para rejones, colaboradores, y segundo y tercero para el toreo a pie, nobles, con clase y fijeza; el segundo fue aplaudido en el arrastre y al cuarto se le dio la vuelta al ruedo.
Toreros: Roberto Armendáriz (silencio y dos orejas), David Luguillano (silencio tras aviso) y Oliva Soto (oreja).
Lugar y fecha: Plaza de toros portátil de Castejón (Navarra). 29 de junio.
Presidencia: a cargo de María José Robledo, asesorada por Rosa López y Pedro Izco, cumplió correctamente su cometido.
Incidencias: Festival sin picadores. Tres cuartos de plaza. Tarde soleada y agradable con molestas rachas de viento. Armendáriz salió a hombros. El rejoneador y el ganadero dieron la vuelta al ruedo tras la muerte del cuarto.
Roberto Armendáriz se erigió ayer en Castejón en triunfador de un festival que resultó interesante para el aficionado y entretenido para el gran público, que se lo pasó en grande dentro de un ambiente festivo.
Al que abrió plaza, lo paró y castigó con un solo rejón a lomos de Visir. El novillo tuvo mucha fijeza, se emplazó en los medios y en esos terrenos se dejó hacer. En banderillas, la faena alcanzó buen tono con las batidas de Corazón y las piruetas de Delirio. Ya en el último tercio, con Cristal, dejó tres reunidas cortas pero no acertó con la hoja de peral. Tras un pinchazo, descordó al eral y el público guardó silencio.
Al cuarto, un buen eral, con fijeza y codicia, que sólo al final buscó el calor de las tablas, lo recibió con otro de sus nuevos caballos, con Duende, que paró con elegancia al novillo. El jinete de Noain cuajó una buena faena, de principio a fin. Ya en banderillas, conquistó la plaza; primero con los ceñidos quiebros de Ranchero y después con un muy medido toreo de costado de Prometido. En esta ocasión, de nuevo sobre Cristal, mató de un rejón de efectos rápidos, que prologó la concesión de las dos orejas.
Respecto al toreo a pie, Oliva Soto consiguió una merecida oreja del tercero, un colorado que embistió con nobleza y clase. Lo recibió con un mecido ramillete de verónicas. Ya con la muleta, realizó una variada faena, más sustentada en la diestra, con tandas templadas y limpias, y siempre bien rematadas, con largos pases de pechos, finos trincherazos y sutiles cambios de mano. Mató de un pinchazo hondo que sirvió, aunque el novillo tardó en doblar; de lo contrario…
David Luguillano, por su parte, se encontró en segundo lugar con otro novillo noble y repetidor. El vallisoletano dejó destellos de su característico estilo, fino, con cierto duende, pero toreó bastante despegado, algo acelerado, en redondo acompañando la embestida del buen eral, sin parar ni mandar, y, en ocasiones, falto de limpieza. Mató de media estocada y perdió los trofeos con el descabello. Lo mejor, media docena de verónicas, repletas de gusto, con que recibió a su novillo.