De las cinco vacas, murieron dos: a una le cayó una piedra y otra, unos días después de ser rescatada.
Las vacas náufragas del río Aragón ya han vuelto con sus compañeras de ganadería después de pasar más de cuatro meses aisladas en un pequeño terraplén, de no más de veinte metros cuadrados, situado entre Marcilla y Caparroso. Su dueño, un ganadero de la zona, las rescató hace dos semanas con ayuda de dos bomberos del parque de Peralta y agentes de la patrulla de Medio Ambiente de Policía Foral.
Esta singular historia empezó con las tormentas de la segunda semana de junio que anegaron un buen número de localidades navarras. El río Aragón se desbordó a su paso por Caparroso y sus aguas arrastraron a las cinco reses hasta este terraplén, a los pies de una peña de unos veinte metros de altura, completamente inaccesible por tierra al estar rodeadas por las aguas de este afluente del Ebro.
El ganadero lamentó entonces que ningún organismo público avisara de la crecida a la persona que tiene arrendado el terreno donde se encontraban las reses antes de las inundaciones.
“Para rescatar al resto del ganado tuvimos que hacer noche y jugarnos el tipo. Si nos hubieran avisado, podríamos haber recuperado todo el ganado sin peligro y nada de esto hubiera pasado”, comentaba entonces.
A partir de ese momento comenzó un auténtico laberinto burocrático para el dueño de las vacas. El ganadero pidió la colaboración de los agentes de la Policía Foral, que después de una inspección ocular determinaron que “al no existir ningún peligro para los bienes o la población” su intervención no era necesaria.
Pasaron el caso al Servicio de Ganadería del Gobierno de Navarra argumentando que era un asunto de un “ganadero particular”. A su vez, el Servicio de Ganadería rebotó de nuevo el caso a Policía Foral. Hasta ahora el cuerpo autonómico ni había dado los pasos para el rescate pero tampoco lo sancionaban por considerar que no se producía un delito de maltrato animal.
Entre tanto, el ganadero alimentaba a las vacas desde lo alto de la peña, una zona escarpada y de difícil acceso: “Era realmente peligroso darles de comer desde ahí”, explicaba. Durante estos cuatro meses una de las vacas murió al caerle una piedra de grandes dimensiones.
En barca de orilla a orilla
La única manera de rescatar a las cuatro vacas que aún quedaban vivas en el minúsculo espacio era en barca. Los agentes de la Policía Foral usaron dardos anestésicos para adormecer a las vacas, mientras el ganadero, con ayuda de dos bomberos, cruzaba de orilla a orilla del río con cada una de las reses. “También me ayudaron mi hermano y un par de amigos. Los agentes de la Policía Foral sólo las durmieron. El resto del trabajo lo hicimos nosotros. Aún no nos han dicho si van a cobrarnos o no”, comentaba el ganadero. Hace un par de días murió una de las vacas.
Información de Rubén Elizari para Diario de Navarra.