PRIETO DE LA CAL Y ROCÍO ROMERO TRIUNFAN EN LA PLAZA DE LODOSA

Natural de Rocío Romero ayer en Lodosa. Imagen: Comunicación Romero.

La novillera cordobesa cortó la única oreja de la tarde y dos utreros fueron ovacionados en el arrastre.

Ganado: Cuatro utreros de Tomás Prieto de la Cal, bien presentados, más cuajado el último, y de buen juego en conjunto; segundo y tercero fueron ovacionados en el arrastre.

Novilleros: Rocío Romero (silencio y oreja) y Diego García (vuelta tras petición y silencio tras dos avisos).

Lugar y fecha: Plaza de toros de Lodosa (Navarra). 15 de agosto de 2021.

Presidencia: A cargo de Luis López, asesorado por Adrián Vaquero y Jesús Miguel Blanco, cumplió con criterio su cometido.

Incidencias: Tarde soleada y agradable. 500 personas de un máximo de 800 de aforo permitido. Actuó de sobresaliente el novillero pamplonés Francisco Expósito.

Buena tarde de toros la que se vivió ayer en Lodosa, sobre todo por el interés que provocó el buen juego de la materia prima: tres jaboneros y un negro, cuarto, más cuajado y el que más importancia tuvo.

El que abrió plaza salió alegre de chiqueros pero se lastimó una pata al salir del peto. Pese a las protestas, el palco lo mantuvo en el ruedo. En estas condiciones, Rocío Romero ejecutó una faena de aliño por ambos lados, que prologó un auténtico calvario para matar al utrero. El público guardó respetuoso silencio.

Frente al tercero, el panorama cambió para la cordobesa. Lo recibió con gusto a la verónica y después realizó una faena voluntariosa, asentada más por el pitón izquierdo, por lo que dibujó naturales de buen corte. Terminó con una estocada bastante caída y cobró una oreja, la única que se concedió a lo largo de la tarde.

A Diego García le correspondió en primer lugar un buen novillo, bravo y con calidad, pero no terminó de entenderlo; no le bajó la mano, que es lo que pedía el utrero, y toreó a media altura. Mató de media en buen sitio y dos descabellos. Hubo petición de oreja pero se tuvo que conformar con dar la vuelta al ruedo.

El cuarto, el único novillo negro del encierro, fue el más cuajado y se empleó en el caballo. El madrileño –una pena- no le dio la distancia que pedía y no logró someterlo por abajo. Por tanto, la faena resultó larga, insípida y carente de contenido. Además, dio un mitin con los aceros, lo que permitió que sonaran dos avisos. Finalmente, el público sólo pudo guardar silencio. En definitiva, tuvo materia prima para triunfar pero no logró aprovecharla. Una lástima, sí, pero…

Imágenes: Comunicación Romero.

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