PAMPLONA, LA FERIA DEL TORERO AUSENTE. ARTÍCULO DE OPINIÓN.

Independientemente de los carteles, la plaza volverá a llenarse.

Independientemente de los carteles, la plaza volverá a llenarse.

No toreará en Pamplona la siguiente nómina de matadores de toros: Morante de la Puebla, José María Manzanares, Enrique Ponce, Julián López ‘El Juli’, Joselito Adame, Diego Urdiales, David Mora, Iván Fandiño y el navarro Javier Antón.

Nueve nombres, nueve matadores de toros que no harán el paseíllo en Pamplona, ausencias que reflejan la decadencia de una feria, de un ciclo que no es de relumbrón, por más que se envuelva en ese garante internacional que son las archiconocidas fiestas de San Fermín.

Morante y Manzanares, desde hace muchos años, no torean en la capital navarra; sin embargo, con un toro de similares hechuras, sí lo hacen en Bilbao. Por tanto, sólo pueden entenderse sus ausencias con el argumento de que no les gusta el ambiente de la plaza, algo que ya sucedido con otros toreros, como con José Miguel Arroyo ‘Joselito’. ¿Se podría arreglar tal desencuentro con dinero, con una subida considerable de sus respectivos honorarios? Si ni con éstas, se puede pensar en que ese desencuentro se produjo en el pasado y que, por ello, llegó la decisión, la determinación de no volver pisar el ruedo pamplonés.

Y para colmo, El Juli anuncia este año que va a descansar de Pamplona. De este modo, se deduce que está cansado de la plaza de la capital de Navarra. Cansado de qué, ¿de triunfar y triunfar? ¿De llevarse cada año un pastón? O quizá los detractores del nuestro ciclo taurino le han convencido de que no tiene ya necesidad alguna de jugársela aquí. Quizá algún año sepamos la verdad de ese descanso.

Pues bien, ante tal ausencia, lo lógico habría sido que la empresa hubiera peleado con generosidad la contratación de Enrique Ponce tras su triunfo de puerta grande en San Isidro. Cierto es que el maestro valenciano se despidió hace años de Pamplona pero habría gustado su presencia en San Fermín, aunque sea a modo de despedida definitiva del coso pamplonés. Ni por ésas…

Y si no quieres taza, taza y media. Ante tal fuga de figuras, la empresa, la gestora de la plaza de toros de Pamplona, se pone el abono por montera, segura de las buenas ventas, y se permite el lujo de prescindir de otro dos matadores de toros importantes, que, además, puede presumir de haber sido triunfadores de la feria. A Iván Fandiño ni le han llamado.  Y la oferta realizada a David Mora –la de Cebada Gago- es tan indigna como inadmisible; simplemente, es el viejo truco de ofrecer algo para que te digan que no.

En este sentido, quizá algún día el aficionado sepa por qué ha quedado fuera de la feria el riojano Diego Urdiales y el mexicano Joselito Adame, figuras del toreo ambos y el segundo, uno de los triunfadores de San Isidro. ¿No tiene derecho a la información el fiel abonado?

Pero, posiblemente, la ausencia que más duele es la de Javier Antón. A veces, parece que el hecho de ser navarro, en vez de una ventaja, es una rémora de cara a poder torear en la plaza de la capital de Navarra, en su tierra. Francisco Marco, magnífico torero y excelente persona, consiguió mantenerse 17 años en los carteles de la Feria del Toro; eso sí, a base de soportar carros y carretas, y de pagar con sangre sus ansias de triunfo.

¡Qué bonito habría sido mantener la presencia de un matador de toros navarro con la inclusión de Antón! Toda la afición navarra lo habría agradecido. La empresa habrá considerado que torea poco. Y es cierto, pero ha toreado tanto, o incluso más, que alguno que sí ha tenido la fortuna de ser contratado. Y es que, por desgracia, la sensibilidad nunca ha sido el fuerte de la comisión taurina.

Ésta argumentará, se defenderá diciendo que ha contratado a tres navarros y ‘medio’. A Hermoso de Mendoza, a Armendáriz a ese ‘medio navarro’ que es el novillero Toñete y al también novillero, de Cintruénigo para más señas, Javier Marín. Éste ha entrado en el cartel a última hora y regañadientes. Bien podía la empresa haberle ofrecido un cartel de la feria para tomar la alternativa. Bien… cuidado, que es navarro. Tendrá que doctorarse en Tudela. De nuevo, en este caso, la sensibilidad ha brillado por su ausencia. Y, aunque dicen que las comparaciones son odiosas, sirva este caso de ejemplo para sacar a la luz una injusticia.

Si mal no recuerdo, la última ceremonia de alternativa que tuvo por escenario la plaza de Pamplona fue la de Santiago Ambel Posada. El diestro pacense tuvo el honor de poder doctorarse en Pamplona; fue en 2006, después de haber lidiado las novilladas pamplonesas de 2004 y 2005. Como se puede apreciar, para la empresa, ciertos apellidos –Posada en este caso- han tenido más peso que el hecho de haber nacido en Navarra. ¡Una verdadera lástima! Pero cuando se parte de la tranquilidad de una plaza llena todos los días, por ser de abonados más del noventa por ciento de un coso con 20.000 personas de aforo, la empresa hace y deshace sin contar con ni con los aficionados ni con los abonados. A éstos, como siempre, no les queda otro remedio que pagar y callar. ¿Hasta cuándo?

Regresando a las ausencias, como ya se ha indicado, son nueve, nueve, las justas para poder crear tres carteles de auténtico lujo, para convertir a la de Pamplona en la mejor feria del planeta taurino. Por desgracia, en los últimos años, su dirección es la contraria, con todos los peligros que esto conlleva.

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