PACHECO SALE ILESO Y CORTA LA ÚNICA OREJA DE LA TARDE EN OLITE

Pacheco sufrió una impresionante voltereta cuando toreaba al cuarto.

Al salmantino El Capea se le escaparon los trofeos por fallar en la suerte suprema. Galería de imágenes: Alberto Galdona.

Ganado: Tres toros de Guadalest y un remiendo del Marqués de Quintanar, primero, desiguales de tipo, hechuras y juego. Justos de raza, flojos y de mal juego. El de más opciones fue el cuarto, tardo pero noble.

Toreros: Pedro Gutiérrez ‘El Capea’ (silencio tras petición y silencio) y  Miguel Ángel Pacheco: silencio y oreja).

Lugar y fecha: Plaza portátil de Olite (Navarra). 16 de septiembre.

Incidencias: Menos de medio aforo cubierto en tarde de mucho calor. Actuó de sobresaliente Machaquito de Granada.

(…) La tarde taurina no dio mucho de sí: cuatro toros y dos toreros que procuraron navegar entre las inclemencias de un ruedo duro y pedregoso y una corrida extraña y desabrida, un festejo suelto de dos matadores aguerridos y voluntariosos´.

La corrida de Guadalest, que lleva el hierro histórico de Hidalgo Barquero (al que los cronistas antiguos le hicieron un ripio que terminaba con que nos devuelvan el dinero) demostró bien a las claras las razones por las que lleva tantos años alejada de las ferias. El primero fue un remiendo de Marqués del Quintanar, un hierro de origen Cebada Gago que pasta en Segovia y que le cupo en suerte a Pedro Gutiérrez ‘El Capea’, que se entendió a medias básicamente con la mano izquierda en una faena seca y de oficio, como si estuviera en su finca de Espino Rapado seleccionando toros para su padre. Marró con la espada, le pidieron la oreja desde los graderíos de sombra, y como el presidente no accedió, no le dieron ni la más mínima ovación, ni un aplauso. U oreja o nada. Sin medias tintas el público de Olite.

El segundo de su lote, ya de Guadalest, fue un toro rebrincado y correoso, un animal sin ritmo ni entrega al que hubo que someter con unos doblones iniciales en la faena para rebajarle los humos. Y lo hizo muy bien el diestro salmantino, que tiró de oficio y de recursos para que el astado no se le subiera a las barbas. Le pudo por ambas manos y al final tampoco se mostró demasiado certero con la espada y volvió a ver cómo era silenciada su actuación, con la salvedad de que en esta ocasión no afloró ni un solo pañuelo para reclamar al presidente la oreja. Silencio y a otra cosa.

Si Pedro Gutiérrez ‘El Capea’ es un torero veterano al que parece que la gloria se le ha pasado definitivamente, Miguel Ángel Pacheco viene de tomar la alternativa hace unas semanas y tiene todo el futuro por delante. El primero de sus toros pareció reparado de la vista de salida y apenas lo pudo lancear con el capote. La faena de muleta no llegó a pasar de un intento baldío porque el cornúpeta echó el freno a las primeras de cambio. Tampoco anduvo acertado con los aceros y su labor engrosó el catálogo de los silencios. El cuarto, ‘Cartujo’, fue el mejor toro de la corrida y no tenía malas hechuras, incluso lo acodado de sus pitones lo hacían más que apetecible para ponerse delante: toro muy torero, que dicen los profesionales en su particular jerigonza.

Miguel Ángel Pacheco le planteó un trabajo mecánico: la panza de la muleta tensa como la cuerda de una guitarra y su anatomía igualmente alambicada. Y no tenía mal son ‘Cartujo’, que era tardo pero que cuando acudía al engaño lo hacía como un tejón con el morro arrastrando por el suelo. El público lo jaleó al final y cuando ensayó un desplante encimista le pegó un duro volteretón prendiéndole sin consecuencias de la parte posterior de la taleguilla y estampándole con enorme violencia contra el pedregal. Afortunadamente, no pasó nada, cobró medio espadazo en lo alto y se paseó con alborozo la única oreja de la corrida.

Crónica de Pablo García Mancha para Diario de Navarra.