En un mano a mano con Salvador Herrero, se enfrentó a dos erales de Lartet que resultaron complicados y fue declarado triunfador del festejo.
El novillero pamplonés Pablo Hernández protagonizó ayer en la plaza francesa de Eauze otra buena actuación, que saldó con el corte de una oreja y la declaración de triunfador de la novillada sin picar.
Se lidiaron cuatro erales de Lartet, bien presentados y de juego desigual, mejores los lidiados en primer y tercer lugar.
El joven pamplonés dejó su tarjeta de presentación ante el que abrió plaza, con un excelente quite por verónicas, rematado con dos medias que provocaron una ovación.
Después, mantuvo sus buenas maneras frente al primero de su lote, al que paró con verónicas bañadas en temple, sobre todo por el pitón izquierdo. Fue un eral complicado para lidiar y banderillear, ya que iba y venía muy suelto
Con la muleta, empezó la faena por doblones muy toreros. El novillo se desplazaba sin transmisión y sin humillar. Ante tal situación, consiguió confeccionar una faena muy templada, de toreo vertical, donde hubo continuidad en las series, por ambos pitones, con varios naturales de cartel. Mató de una estocada, algo caída, y cobró una más que merecida oreja por el esfuerzo realizado.
El cuarto no se dejó torear con el capote, ya que embestía con genio. Pudo lidiarlo únicamente por abajo, para intentar amoldar la embestida. En el último tercio comenzó otra vez por doblones. Las series no tuvieron la limpieza de su novillo anterior porque enganchaba el engaño; además, estaba muy mermado de los cuartos traseros por una cornada que había recibido en el campo.
El novillo embestía con genio y, pese a ello, consiguió muletazos muy de su característico estilo, que el público aplaudió. Mató de una estocada algo contraria, lo que hizo que el novillo no doblara. Acertó al segundo golpe de descabello, conocedor de que había perdido un trofeo. Pese a ello, fue declarado triunfador de la novillada.
A Salvador Herrero le correspondieron dos erales con movilidad y transmisión. El primero, el más chico y el mejor, atesoró calidad en sus embestidas. El tercero fue asimismo bueno aunque le faltó humillar más. En sus dos faenas mostró que estaba muy puesto; fueron dos trasteos largos, de dominio, de muchos muletazos, que concluyó con toreo de cercanías. La pena fue que no estuvo certero con la espada y se fue de vacío.