El festejo estuvo envuelto de polémica y la policía llegó a clausurar el ruedo, viviéndose momentos de mucha tensión. Fotografías: pablohermoso.net
Ganado: Cuatro toros de Marrón, primero y tercero para rejones, bien presentados y de juego variado, entre los que destacó el cuarto, llamado Treintañero, número 38 y de 587 kilos.
Toreros: Pablo Hermoso de Mendoza (palmas y dos orejas) y Diego Silveti (oreja e indulto).
Lugar y fecha: Plaza de toros de Bonampak en Cancún (Quintana Roo). 20 de diciembre.
Incidencias: Media plaza. Corrida de aniversario. Después de tantas alteraciones, los dos matadores salieron a hombros.
Después de muchas especulaciones, de clausuras del espectáculo falsas y muchas informaciones maliciosas sobre la corrida, al fin, el festejo se pudo celebrar y así conmemorar los 30 años del Coso de Bonampak, precisamente el año de los también 30 años de alternativa de Pablo Hermoso de Mendoza. Esto provocó que antes del festejo se realizasen distintos espectáculos de carrozas, bailes e incluso una ceremonia maya-religiosa en el centro del ruedo con los actuantes presentes.
Ante tanta amenaza durante toda la semana, en el primer toro saltó un “defensor de los animales”, se colocó en la cara del astado y este le propinó un tremendo golpe que lo dejó sin sentido. Tuvieron que ser los toreros, una vez más, los que lo sacaron del ruedo y le salvaron la vida. El toro desarrolló un sentido exagerado, siempre cortando a los caballos, siempre queriendo hacer daño y lo consiguió, corneando a Januca unos veinte centímetros, afortunadamente sin agarrar nada más que piel y músculo.
Tras la muerte del tercer toro, ante el que Pablo bordó una faena de altos vuelos, obteniendo dos orejas más que merecidas ante un toro más noble, aunque siempre manseando y ante el que el navarro impuso experiencia y espectáculo, se presentaron en la plaza unos miembros de Protección Civil y clausuraron el ruedo. No dejaron ni arrastrar al toro, ni entrar a los caballos de picar para lidiar al último de la tarde. La confusión y la bronca se apoderaron del tendido, si bien el propio empresario explicó el problema desde un micrófono y la gente no entendió y lo ovacionó. El toro fue sacado de la arena por voluntarios que bajaron desde el tendido a arrastrarlo.
En esa tesitura así saltó el cuarto, sin caballos de picar, pero dando al público el espectáculo que había venido a ver y por el que había pagado el boleto. Antes de salir el cuarto toro, los miembros de Protección Civil se hicieron presentes en el ruedo y la Policía Municipal tomó el callejón con equipos antidisturbios. Fue el momento de más tensión porque nadie sabía a ciencia cierta qué iba a pasar. Diego Silveti lidió el último toro, al que acabó indultando.
Al final, entre una enorme tensión, los organizadores y matadores dieron una clamorosa vuelta al ruedo antes de salir a hombros ante una de las corridas de toros con mayor presencia policial lidiada en Cancún en los últimos años. Esta vez, al final, la Fiesta quedó por encima de la intransigencia.