Fue asimismo la tarde de la despedida de Enrique Ponce, que consiguió salir a hombros. Fotografías: David Menacho.
Ganado: Toros y novillos de El Capea, bien presentados y de juego desigual; destacó el cuarto, un gran toro.
Espadas: Pablo Hermoso de Mendoza (silencio y ovación), Enrique Ponce (saludos y dos orejas) y Marco Pérez (saludos tras aviso y vuelta al ruedo).
Lugar y fecha: Plaza de toros La Glorieta, en Salamanca. 14 de septiembre de 2024.
Incidencias: Tres cuartos de plaza. Curro Vivas y Fernando Sánchez saludaron montera en mano tras banderillear al quinto. Ponce salió a hombros en solitario.
Tarde de doble adiós. La plaza de toros de Salamanca despedía este 14 de septiembre al rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza y al torero Enrique Ponce. Y mientras ellos como la canción de Sabina dijeron ‘Hola y adiós’ apareció Marco Pérez, de luces, para presentarse como novillero ante sus paisanos diez años después de aquella primera aparición de la mano de su profesor José Ignacio Sánchez, con apenas seis añitos.
Los tendidos expectantes, todo listo para vivir una de las tardes más emotivas que se recuerdan, sonó el himno de España. Hoy sí, la temperatura acompañó, el sol brillaba para abrir la puerta de chiqueros a los Murube del maestro Capea.
Pablo Hermoso de Mendoza, que debutó en Salamanca el 21 de septiembre de 1995, recibió al primero de la tarde, llamado Botinero, con el hierro de Carmen Lorenzo, de 520 kilos de peso. Hondo y escurrido no se lo puso fácil al navarro, yendo por delante de sus cabalgaduras. Pero, Pablo Hermoso, con su maestría y sus estrellas terminó por templarlo, levantando La Gorieta en un toreo a dos pistas con el astado cosido a la cola del caballo. Faena muy variada con toreo de costado y varios pares al quiebro y al sesgo de poder a poder, dándole siempre ventaja al toro como si de trincherazos se tratase. Tres cortas y falló con los rejones, quedándose sin trofeo. Silencio.
El cuarto de la tarde, llamado Navalito, herrado con el número 6, de 567 kilos de peso fue para Pablo Hermoso. Negro, hondo y atacado de kilos. Brindó al público y le costó mucho encelarlo tras un rejón de castigo. A lomos de Disparate, su caballo estrella, llevó al animal cosido al estribo para clavar al quiebro. Con Fabuloso, otro negro adornado con lazos azules y blancos encandiló con un toreo ofreciendo los pechos y saliendo con vueltas en la misma cara del animal. Le recetó tres cortas en un palmo de terreno. Pinchazo y rejón desprendido. Ovación.
Crónica de Támara Navarro, publicada en la Tribuna de Salamanca.