Tras hacer el largo encierro matinal, los toros carecieron de fuerza en el festejo vespertino.
Ganado: Seis toros de Luis Terrón, carentes de fuerza, agotados, parados y deslucidos.
Rejoneadores: Pablo Hermoso de Mendoza (silencio en ambos), Álvaro Montes (silencio y oreja) y Manuel Moreno (silencio tras dos avisos y silencio tras tres avisos).
Lugar y fecha: plaza de toros de Cuéllar (Segovia). 26 de agosto.
Incidencias: Tres cuartos de plaza. Montes sustituyó a Bohórquez, que causó baja.
Pablo Hermoso de Mendoza se topó ayer en la plaza segoviana de Cuéllar con un lote imposible y tuvo que abandonarla a pie, algo que no sucedía desde 1995. En esta ciudad, famosa por poseer los encierros más antiguos del mundo, la larga carrera matinal de los toros marca mucho el comportamiento de éstos por la tarde, en el ruedo.
El ejemplo más claro fue el primer toro de la corrida. El astado de menos presencia por la mañana fue el auténtico protagonista del encierro; sembró el pánico en el recorrido e incluso asestó dos graves cornadas a una joven. Tras un accidentado recorrido, que incluso hizo que tuviera que entrar en chiqueros enlazado de una soga, lo mejor por el bien del espectáculo hubiera sido retirar al toro de la corrida y, en un principio, así se acordó. Pero la autoridad entendió que el público quería ver a ese toro en el ruedo y decidió incluirlo. No hubo sorpresas y al toro le ya le costó incluso salir de chiqueros y, ya en el ruedo, apenas dio unas carreritas de dos metros; estaba agotado, no podía más. Por eso, el esfuerzo del navarro con Dante de salida, Dalí y Viriato en banderillas, y de Palomo en el tercio final fue infructuoso.
El cuarto de la tarde fue un toro con unas intenciones buenísimas y que hubiera sido un perfecto colaborador para los caballos, pero estaba bajo mínimos de fuerzas y apenas pudo moverse, salvo algunas carreritas muy cortas. De nuevo, el caballero estellés puso toda la carne en el asador, con Churumay de salida, Disparate en banderillas y Pirata en el último tercio; estuvo muy por encima del marmolillo pero dos pinchazos previos al rejonazo final le privaron de algún trofeo. En definitiva, una tarde para olvidar.