Mora salió a hombros, Fortes no pudo hacerlo por estar herido y Marco cortó una oreja.
Ganado: Seis toros de Montalvo, bien presentados, nobles, muy toreables, nada problemáticos, pero justos de fuerza y faltos de fondo y de raza. El sexto, que protagonizó una larga agonía de bravo en el centro del ruedo, fue aplaudido en el arrastre.
Francisco Marco: oreja y saludos.
David Mora: oreja y dos orejas. Salió a hombros.
Jiménez Fortes: saludos tras aviso y dos orejas tras aviso.
Presidencia: A cargo de Javier Arellano, asesorado por Jesús María de Andrés y José Ramón Monreal, sólo regular por cambiar los tres primeros segundos tercios con dos pares de banderillas y por ser generosa en la concesión de la segundos trofeos del quinto y del sexto; por lo demás, correcta.
Incidencias: Más de dos tercios de plaza. Tarde agradable de nubes y claros, con algunas gotas de lluvia al comenzar el festejo, que terminó en soleada. Jiménez Fortes, que hizo el paseíllo desmonterado, fue atendido en la enfermería de una herida superficial en el escroto provocada por el sexto, tras una espectacular voltereta. Por esta razón, no pudo salir a hombros. El subalterno Venturita pasó también por ella aquejado de un intenso dolor en una rodilla. La presidenta de Navarra, Yolanda Barcina, el ex presidente, Miguel Sanz, y la vicepresidenta segunda, Lourdes Goicoechea, presenciaron el festejo desde un palco.
Vistas las dos buenas corridas de la feria, la sensación final era de “todos queremos más”. Bueno, casi todos. Posiblemente, los carpinteros, no, porque tres toros levantaron con precisión distintos tramos de la barrera. Fue una anécdota más dentro de un buen festejo, de una buena tarde, más que de toros, de toreros, ya que los tres estuvieron por encima de la materia prima. De hecho, se pudo presenciar un caro toreo a la verónica, con tres estilos diferentes, pero dignos todos ellos de ovación.
Y es que el encierro de Montalvo, de salida, tuvo muchos pies. Sin embargo, en varas, tuvo que ser muy cuidado; y en el último tercio, acusó falta de fondo y de raza; por eso, la mayoría de los cuatreños se acabaron pronto, aunque, hasta hacerlo, permitieron el lucimiento de una terna, que, por su buen hacer sobre la arena corellana, se ganó a pulso la repetición. Sólo los aceros evitaron más triunfos.
El mayor lo rubricó Mora, que siempre quiso agradar y se esforzó para ello. A su primero, el mejor de la tarde, le realizó una faena tan larga como completa, en la que se sucedieron los redondos, derechazos, naturales e invertidos, en un alarde de poderío, quietud y temple. Un pinchazo, previo a una entera desprendida, impidió la concesión del doble trofeo.
Algo que consiguió del quinto, un ejemplar de muy justas fuerzas que se defendió por el derecho y se desplazó en muy corto recorrido por el otro. El madrileño tiró de él y le sacó, le robó todos los muletazos posibles en un trasteo que alargó demasiado. Pero mató de un contundente estoconazo –el de la feria-, y redondeó su buena tarde.
Muy buenas maneras mostró también Jiménez Fortes. A su primero, que no duró mucho, lo toreó con gusto y temple mientras aguantó. Después, optó por el arrimón, las muy cortas distancias y el toreo genuflexo. Se le fue mucho, pero mucho la mano con el estoque y quedó sin premio. Éste lo consiguió en el sexto, tras torear muy templado y sufrir una impresionante voltereta que le obligó a continuar su faena luciendo unos vaqueros. Mató de una tendida –Rebujino protagonizó una espectacular muerte en los medios-, se le concedieron las dos orejas y pasó a la enfermería, de la que salió por su propio pie.
Marco realizó dos buenas faenas, con pureza y temple. Cobró una justa oreja del aplomado primero y mereció otra del cuarto, tras una faena de fina calidad, pero el estoque le privó de ella.