OCTAVIO CHACÓN, PRIMERA PUERTA GRANDE DE LA FERIA DE SAN FERMÍN

Octavio Chacón debutó con magnífico pie en la capital navarra.

Octavio Chacón debutó con magnífico pie en la capital navarra.

El gaditano cortó una oreja de cada uno de su lote, dos toros de Cebada Gago, y salió a hombros. Imágenes, Javier Arroyo.

Ganado: Seis toros de Cebada Gago, bien presentados, serios, astifinos, nobles, toreables, aunque desiguales de fondo y entrega; destacó por su calidad el cuarto, que fue ovacionado en el arrastre.

Toreros: Octavio Chacón (oreja en ambos), Luis Bolívar (silencio y silencio tras aviso) y Juan del Álamo (oreja y silencio tras aviso).

Lugar y fecha: Plaza de toros de Pamplona. 9 de julio.

Incidencias: Lleno. Tercer festejo de la Feria de San Fermín. Chacón se presentó en Pamplona y salió a hombros.

Con una larga cambiada, lances a pies juntos, chicuelinas y una media de rodillas abriendo el compás saludó Octavio Chacón al primero. Suelto en los primeros tercios, el de Cebada topó más que embistió al capote en banderillas. A pesar de ello, arrancó de rodillas el gaditano la faena de muleta con pases por alto en el tercio, seguidos de varios derechazos de igual guisa. Conectó pronto con las peñas. El toro, sin clase ni entrega, al menos resultó noble. Le buscó bien las vueltas Chacón sobre la diestra. En un desplante a centímetros de los pitones sufrió una feísima cogida. Volvió a desplantarse tras la siguiente serie, dando esta vez la espalda al toro. Quietud total por parte del torero, que se pasó bien cerca los buidos pitones del cebada. Estocada trasera. Oreja.

Afianzó Bolívar al segundo a base de temple. No estaba sobrado de casta el de Cebada -tampoco de clase ni de entrega-, pero se dejó con nobleza en las telas del colombiano. La labor de Bolívar, de buen oficio, no llegó a romper, pero anduvo solvente y fácil. Acertó con las alturas el diestro, supliendo la sosería de su antagonista, que fue aminorando el recorrido conforme avanzó el trasteo. Entró a ley en la estocada, encunándose entre los pitones y saliendo trompicado del trance. Sin embargo, le costó doblar al toro y hubo de descabellar.

Brindó al público Juan del Álamo la muerte del tercero. De rodillas y por alto prologó su faena de muleta. Transmitió más el toro de Cebada, aunque soltando la cara en las primeras series. A base de poder y limpieza en los muletazos trató el salmantino de ir limando poco a poco la embestida. Más dificultades surgieron al natural. Labor sorda, pero meritoria. El toro sacó mayor fondo que sus primeros hermanos. No faltaron los guiños y el toreo de cara a la galería buscando calentar al personal. Tras una serie de manoletinas y una gran estocada paseó un trofeo.

Se salió bien hacia afuera Chacón con el serio y bonito cárdeno que hizo cuarto. Fácil y seguro Octavio con la capa en todo momento. En banderillas se lastimó el toro la pata izquierda. Y fue una pena porque, con diferencia, era el de mejor condición del envío. El de Cebada colocó bien la cara, con calidad, pero fue inevitable que no acusara la lesión. Lo pasó con suavidad por los dos pitones Chacón, quien, templado y muy torero, tuvo opciones de exhibir un concepto más gustoso y clásico que en su turno anterior. Persiguió con fe el triunfo, que llegó tras matar de una estocada corta. El toro fue ovacionado con merecimiento en el arrastre y el torero, que lo administró a la perfección, resultó premiado con una oreja que le daba derecho a salir en hombros por la Puerta del Encierro. Cayó de pie en su debut pamplonica.

Muy serio pero reunido y de bellísima anatomía fue el quinto. Bolívar se fue hasta los medios, hincó las dos rodillas en tierra y dio una serie en redondo sobre la mano derecha para arrancar su faena de muleta. Ya de pie, continuó por ese lado, superando las molestias que provocó el viento. Manejó bien los tiempos el colombiano, administrando el depósito del toro, que se dejó con nobleza pero sin terminar de romper. Trató Bolívar de poner la sal que le faltó a su antagonista. Con la espada metió la mano con suficiencia.

Amplio de cuna y de destartalados pitones, el sexto anduvo justo de casta pero se dejó torear. Con un manojo de pases de distintas marcas de rodillas abrió la faena de muleta Juan del Álamo, quien intentó redondear su tarde a base de arrojo y recursos. No llegó a tomar vuelo la faena, rematada de una estocada entera cobrada con facilidad y varios golpes de descabello.

Crónica publicada en Aplausos.es

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