NAVARRA, MUY PRESENTE EN EL «DICCIONARIO TAURINO GUIPUZCOANO»

Portada del libro 'Diccionario taurino guipuzcoano'.

Portada del libro ‘Diccionario taurino guipuzcoano’.

El libro recoge la historia taurina de la provincia vecina, donde se lidiaron muchos toros navarros.

El empresario hotelero y aficionado vizcaíno a los toros Antonio Fernández Casado ha publicado el libro “Diccionario Taurino Guipuzcoano. De la plaza de toros de Arrasate al torero pintor, Ignacio Zuloaga”, en el que se recogen los doscientos años de historia del arte taurino en Guipúzcoa, una tradición muy vinculada a Navarra, sobre todo en el terreno de la materia prima, por el déficit ganadero de la provincia.

En una entrevista, el autor aseguró  que su objetivo era «recoger de manera amplia la tradición taurina de la provincia foral de Guipúzcoa a lo largo de los dos siglos pasados. Hasta donde he podido averiguar, solo durante la última Guerra Carlista, cuando en sus últimos días dieron fuego al primer coso taurino de Atocha, y en el verano de 1936 no se celebraron funciones de toros en San Sebastián”.

Asimismo, otra de sus metas ha sido convertir su obra en una reivindicación de la fiesta de los toros en una provincia de secular tradición taurina. ““El toreo forma parte de una tradición secular, por mucho que quieran negarlo ahora el alcalde de San Sebastián y su partido. Azpeitia, Deba y Cestona siguen programando funciones taurinas. En estas tres localidades gobiernan alcaldes de Bildu y, en la primera, por ejemplo, ni se les ha pasado por la cabeza anular la fiesta de los toros. En las otras, han hecho referéndum para prohibir o no los toros; en ambas, el pueblo dijo que no. ¿Por qué no lo hicieron en San Sebastián? Los toros siempre han sido una herramienta para atraer turismo a la capital guipuzcoana”, indicó Fernández Casado.

El día que presentó el libro en la Bella Easo, el pasado 12 de agosto, no había toros en esta ciudad, pero sí en Bayona, a media hora de viaje por autopista. Paradójicamente, se habían fletado autobuses para que los donostiarras acudiesen a la ciudad francesa a disfrutar de los toros.

Completo recorrido

El nuevo diccionario de Fernández Casado, una obra didáctica y de consulta, recorre los veintisiete escenarios guipuzcoanos (Mondragón, Vergara, Eibar, Elgoibar, Fuenterrabía, Hermani, Irún, Pasajes de San Juan, Rentería, Tolosa, Zumaya, Zarauz…) en los que se ofrecieron funciones taurinas, incluidos los siete de San Sebastián: Plaza Real, Nueva o de la Constitución, plaza de San Martín, Atocha, Nueva Atocha, Martutene, El Chofre, Illumbe.

Asimismo, hace un repaso a los 127 lidiadores, de distintas épocas y categorías, que ha aportado el territorio guipuzcoanos a la Tauromaquia. Nombres que van desde Luis Mazzantini hasta Iker Cobo, actualmente exiliado en las plazas americanas.

Y aporta también los perfiles biográficos de los cuatro empresarios de las plazas de San Sebastián, tres de ellos guipuzcoanos: José Arana, Sabino Ucelayeta, el barcelonés Eduardo Pagés y Severino Martínez, primero de la saga conocida como la de los Chopera.

Influencia de Navarra

La prácticamente inexistente presencia de ganaderías guipuzcoanas hizo que en las plazas de esta provincia se lidiasen muchísimos toros y vacas de Navarra, y en fechas de postín. Por ejemplo, en la Plaza de la Constitución de la capital guipuzcoana se celebraron corridas en honor de la reina Isabel II los días 13, 14 y 16 de agosto de 1845; en ellas, Francisco Arjona “Cúchares” y Juan león lidiaron toros tudelanos de Guendulain y de Viuda de Pérez Laborda, y de Viuda de Zalduendo, de Caparroso.

Veinticinco años después, los días 14, 15 y 16 de agosto de 1870 se celebraron tres corridas de toros en San Sebastián para inaugurar la plaza de Atocha; en ellos Cayetano Sanz y José Ponce lidiaron toros tudelanos de Carriquiri, funesinos de Raimundo Díaz y colmenareños de Antonio López.

Los toros de Nazario Carriquiri se volvieron a lidiar en el segundo festejo de la inauguración de la nueva plaza de Atocha, el 17 de julio de 1876, esta vez a cargo de Salvador Sánchez “Frascuelo” y Vicente García “Villaverde”.

Y lo mismo ocurrió cuando, tras unas obras, fue reinaugurada, en 1888. Se programaron cuatro festejos, el primero de ellos nocturno y en él Rafael Molina, Joseíto y Paco Frascuelo se las vieron con reses navarras de Antonio Hernández y Conde de Espoz y Mina.

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