NABIL ‘EL MORO’ Y SUS NATURALES DESTACARON EN ALDEANUEVA DE EBRO

Natural de Nabil al segundo de su lote, tercero de la tarde, del que mereció las dos orejas.

El novillero pamplonés mereció las dos orejas del tercero; se le concedió una y dio dos vueltas al ruedo.

Ganado: Cuatro erales de José Cruz, muy bien presentados, cuajados, que se dejaron hacer en conjunto, salvo el primero, el más deslucido.

Novilleros: Nabil ‘El Moro’ (silencio y una oreja con dos vueltas al ruedo) y Roberto Martín (silencio tras aviso y oreja).

Incidencias: Casi lleno en los tendidos. Martín fue cogido por el cuarto, sin mayores consecuencias.

A la muy cuajada novillada de José Cruz que se lidió ayer en la plaza riojana de Aldeanueva de Ebro le faltó fuerza en líneas generales. Todos los novillos, en un momento u otro, perdieron las manos o, directamente, se derrumbaron.

Al primero, por ejemplo, también le faltó recorrido y algo más de franqueza en la embestida, casi siempre tan cortita y sabiendo lo que se dejaba atrás. Valeroso y sereno se mostró ante él Nabil ‘El Moro’, consiguiendo momentos importantes, fruto de ese valor, un concepto más que aceptable y detalles de cierto empaque y gusto. Bien es verdad que Nabil perdió pasos e y trató de instrumentar series cortas, pero no menos cierto es que eso era precisamente lo que pedía su oponente. Cerró por manoletinas antes de fallar con la espada.

Lo mejor de la tarde llegaría en el tercero, otro novillo muy cuajado, hondo y rematado eral de José Cruz. Nabil ‘El Moro’ interpretó un toreo al natural basado en la verticalidad, el gusto, el temple, la cadencia y aquel trazo curvilíneo tan difícil de encontrar hoy por esos ruedos de Dios. Los pases de pecho encarecían aún más las series. Más deslucido fue el de José Cruz por el pitón derecho, con aquellos embroques como emprendiendo la huida. En el último tramo del trasteo, Nabil optó por circulares, luquecinas y bernadinas que vino a embarullar lo que había sido una muy buena faena de muleta. Estocada entera, un golpe de descabello, una oreja y dos vueltas al ruedo. El premio justo, en verdad, hubieran sido los dos trofeos.

Peor imagen ofreció Roberto Martín en el segundo novillo de la tarde, de enorme nobleza. El novillero de Zaragoza no sólo falló descaradamente con los aceros, si no que toda su actuación se maceró entre no pocas precauciones; siempre ayudado del estoque simulado, la muleta asida por la alcayata, una muy mala colocación y todo tan despegado.

Hizo cuarto lo que en otras muchas plazas se lidia por cuatreño. Largo, muy hondo y apretado de carnes. Cuando el ‘eralazo’ de José Cruz remataba en las tablas, parecía venirse abajo la centenaria placita de Aldeanueva. Inició Martín su trasteo en los medios por la espalda para seguir con aquellas precauciones de antes, ahora quizás más disimuladas. Recibió una fuerte voltereta que vino a meter al público en la faena. Lo mejor de Martín llegó al final, al cuadrar a su enemigo con unos toreros ayudados por bajo. Ahora sí acertó con la espada y paseó un trofeo.

Crónica de Javier Cámara publicada en nuevecuatrouno.com

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