MUCHOS SUSTOS SIN CONSECUENCIAS EN EL TERCER ENCIERRO DE SANGÜESA

Uno de los utreros, a punto de cornear a un mozo caído. Le rasgó la chaqueta. Fotografía: Carmona.

Uno de los utreros, a punto de cornear a un mozo caído. Le rasgó la chaqueta. Fotografía: Carmona.

Los utreros vallisoletanos de Raso del Portillo completaron los quinientos metros de recorrido en poco más de un minuto.

Era lunes, y se notó. El número de corredores del tercer encierro de las fiestas de Sangüesa se vio ampliamente mermado respecto a los celebrados el fin de semana. Sin embargo, este hecho no redujo ni un ápice la emoción de la carrera protagonizada por los utreros que serían lidiados por la tarde, y es que se vivieron algunos sustos por caídas de mozos que, por fortuna, no tuvieron consecuencias graves.

Los cuatro astados de la ganadería vallisoletana Raso de Portillo completaron los 500 metros del recorrido entre los corrales de San Salvador y la plaza de toros en poco más de un minuto. Salieron hermanados, si bien enseguida tomaron la delantera al grupo de cabestros y llegaron al último tramo por delante.

Dos de ellos corrían por el centro, y los otros dos junto al vallado de cada lado de la calle, obligando a los corredores a zafarse con muchos problemas.

Tal es así que, en la curva de acceso a la plaza, un astado a punto estuvo de cornear a un corredor caído en la margen derecha, no en vano le rasgó la chaqueta.

Un mozo se encuentra de frente con dos utreros que ni se inmutaron. Fotografía: Carmona.

Un mozo se encuentra de frente con dos utreros que ni se inmutaron. Fotografía: Carmona.

Y, en la margen izquierda, otro corredor que no pudo subir al vallado se encontró de frente con dos toros, obligándole a tirarse al suelo, si bien tuvo la suerte de que no hicieron por ir hacia él y continuaron su marcha.

Concluida la carrera, y pese a los sustos registrados, desde la DYA no tuvieron que realizar ninguna atención médica.

Peligroso

La carrera se desarrolló en una mañana fresca (15 grados) y soleada, con menor presencia también de público en los vallados. “Los toros no han subido tan rápido como otros días, pero sí con más peligro, barriendo los vallados de ambos lados. Se han visto muy pocos corredores, especialmente del pueblo”, reconoció uno de los mozos, Javier Pérez, de 30 años. El portavoz de los pastores, Juan Carlos Oiza, coincidió en que fue el tramo final donde “más peligro” se dio.

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