Martín ejecuta la ‘martinina’, una especie de verónica de su propio sello.
El entrenador de Osasuna dedicó un par de horas de su 60 aniversario a apadrinar la presentación en sociedad de Capotes y Muletas Pamplona, una iniciativa empresarial del pamplonés Eder Sanz.
Se declaró convencido morantista. “Le vi torear, me llamó la atención con que lentitud bajaba la muleta y entendí que ahí, en Morante de la Puebla, había mucho arte. También me gusta José Tomás pero su toreo es distinto”, confesó el miércoles pasado -9 de marzo, día de su cumpleaños- Martín Monreal, recién estrenadas sus 60 primaveras.
El entrenador de Osasuna ejerció de padrino en la presentación en sociedad de Capotes y Muletas Pamplona, una empresa que ha puesto en marcha un amigo suyo, el sastre pamplonés Eder Sanz, de 35 años, como alternativa al paro después de haber trabajado también durante quince años como fontanero, y que reconoció que tenía dos ídolos. “Por un lado, Martín, que toreaba cuando realizaba esos quiebros con el balón y, por otro, Michael Robinson, que pegaba un derehazo cada vez que metía un gol”..
El acto de presentación tuvo por escenario –como no podía ser de otra manera- el Club Taurino de Pamplona y Martín, rodeado de aficionados y de cabezas de toros, se refirió también a las cornadas. “Tengo tantas como José Tomás, pero las mías son más llevaderas, me las ha dado la vida; son cornadas duras pero aquí estamos, y seguimos caminando hacia adelante”.
Martín, muy amigo también del diestro Dávila Miura, no pudo evitar dedicar unos minutos a la relación existente entre el fútbol y los toros. “Son aficiones comunes de mucha gente. Muchos abonados a Osasuna lo son también a la plaza de Pamplona. Pero, además, ambas aficiones comparten un punto que les une, la pasión, pasión que se vive en El Sadar y en los tendidos del coso pamplonés. De todos modos, no cabe duda de que prefiero tener que recortar a un defensa que a un toro”, concluyó bromeando.
Martín Monreal con el estoque, perfilado para entrar a matar ¿el domingo al Alavés?
El técnico de Campanas comprobó la dificultad de empuñar un estoque y entrar a matar, de agarrar un capote (entre cuatro y cinco kilos de peso) y ejecutar una verónica, una suerte que en sus manos se pareció más a un nuevo pase, la ‘martinina’. Y, por todo ello y por la amistad que les une, deseó la mejor de las suertes a Eder Sanz, que ya cuenta entre sus clientes, además de a varios toreros navarros, como su vecino el novillero Francisco Javier Expósito, a matadores de toros tan reconocidos como Paco Ureña, Joselillo y Miguel Abellán, entre otros.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX