LOS TOROS DE DOLORES AGUIRRE SALDARON LA TARDE CON 6 SILENCIOS 6

Francisco Marco comenzó la faena al segundo con dos cambiados por detrás.

Francisco Marco comenzó la faena al segundo con dos cambiados por detrás.

Uceda Leal, apático en el primero, dio en el cuarto una muestra de falta de vergüenza torera y enfadó al respetable.

Ganado: Seis toros de Dolores Aguirre, bien presentados aunque desiguales -en tres y tres-, serios de cara, astifinos, pero carentes de clase, sin humillar demasiado unos y complicados otros; formaron un conjunto muy deslucido en el último tercio; lo único positivo del encierro fue la pelea en varas que hicieron tres de ellos.

Diestros: Uceda Leal: silencio en ambos. Francisco Marco: silencio en ambos. Luis Antonio Gaspar “Paulita”: silencio en ambos.

Presidencia: A cargo de Gabriel Viedma, asesorado por Pedro Ascunce y Fernando Moreno, bien, pasó desapercibida y supo llevar los tiempos del festejo.

Incidencias: Lleno aparente. Tarde soleada y agradable, que terminó en nublada. Paulita hizo el paseíllo desmonterado. Parte de la enfermería: “sin novedad y con invitados para merendar ajoarriero”; ningún torero tuvo que pasar por ella.

Seis, silencios, seis. Así concluyó una tarde para el olvido, un festejo que no dejó prácticamente nada positivo para el recuerdo y sí algún detalle negativo.

En cuanto a juego en los engaños, la corrida de Dolores Aguirre decepcionó de principio a fin. Y en cuanto a presentación, no fue la del año pasado, bajó el listón, lo que también es preocupante. Se lidiaron en los tres primeros lugares los ejemplares menos pesados y en la segunda parte del festejo, los de mayor romana. En el último tercio, funcionaron mejor los del primer grupo, quienes, sin clase alguna, se dejaron hacer algo. Cuarto, quinto y sexto fueron rápidos, listos y fueron complicados.

El único aspecto positivo de los toros sevillanos fue su pelea en el peto, la de algunos de ellos. El segundo empujó con fijeza en el segundo encuentro con los montados, que es en el que hay que medir la bravura. El cuarto tomó tres varas y en la segunda empujó metiendo los riñones. Y el sexto peleó con bravura en dos encuentros con el peto, aunque en la segunda lo hizo con la cara alta. El resto del encierro, que también recibió lo suyo, se limitó a cumplir.

Historia de un adiós

Seis silencios de seis posibles, aunque realmente debieron ser cinco y una fuerte pitada o ligera bronca. ¿Para quién? Para el diestro más veterano de la terna, para el director de lidia. El público tiene que saber que se aplaude, ovaciona, se pita o abronca una vez que el toro ha sido arrastrado y no cuando recibe la puntilla. Por eso, por desconocer este hecho, el respetable pitó generosamente a Uceda Leal cuando murió el cuarto y no, como se debe, cuando fue arrastrado. El diestro madrileño fue otra de las grandes decepciones de la tarde. Frente al que abrió plaza, ya se le vio algo apático, como sin demasiadas ganas. Fue un toro que tragó por el derecho y que no tuvo un pase por el otro pitón. Ante él, el diestro se limitó se limitó a acompañar la embestida en redondo; después, tras dos pinchazos, optó por una de esas estocadas bajas que matan pero que no dicen nada positivo del torero.

Sin embargo, lo peor estaba por llegar. Al cuarto no lo quiso ni ver, ni lo intentó. Por lo menos tenía que haberse justificado. Fue despedido con una merecida pitada.

Honradez torera

Todo lo contrario que los otros dos   matadores de toros -con todas las letras-, que recibieron una ovación al abandonar la plaza, por su disposición, por su querer torear, por su valentía, por su honradez en una tarde nada fácil.

Paulita toreó a su primero con la diestra a media altura, porque al toro le faltaba humillar, en un par de series. Después, vio cómo el toro tomaba la muleta por el izquierdo al pasito y así, de uno en uno, le fue sacando naturales, pero sin la ligazón deseada. La pena fue que con el estoque no anduvo certero, aunque es igualmente cierto que el toro no le ayudó nada en la suerte suprema. Frente al sexto, complicado por su descompuesta embestida, no tuvo opciones pero lo intentó e incluso le robó una tanda en redondo y varios muletazos de buen corte. La del zaragozano fue una digna y honrada presentación en Pamplona.

Marco, por último, realizó ante el segundo la faena más maciza de lo que llevamos de feria. Muy decidido, trazó tres tandas con la diestra sin poder bajar la mano porque el toro no humillaba demasiado. Por el izquierdo, dibujó ayudados pero al ritmo cansino del astado. Pudo, mereció cortar una oreja, pero el toro se le arrancó tarde y pinchó. Al quinto, una mole, le dio la única lidia que tenía. Otra buena actuación del navarro.

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