LOS NOVILLEROS NO PUDIERON CON EL MOTOR DE LOS MARTÓN EN SAN ADRIÁN

Derechazo de Jesús Martínez al primero de Santafé Martón.

Jesús Martínez y Lilian Ferrani se fueron de vacío en el cierro de la feria del Espárrago de Oro.

Ganado: Cuatro erales de Santafé Martón, bien presentados, con cara y fuerza, que embistieron con nobleza, fijeza y recorrido, tuvieron motor y resultaron exigentes.

Jesús Martínez: silencio tras dos avisos y silencio.

Lilian Ferrani: silencio en ambos.

Presidencia: A cargo de Jaime Zapata, asesorado por Juan Ignacio Berasain y Francisco Parra, cumplió correctamente su cometido, pasó desapercibida.

Incidencias: Tres cuartos de plaza. Tarde soleada y agradable. Los dos novilleros hicieron el paseíllo desmonterados. Actuó de sobresaliente el novillero pamplonés Francisco Javier Expósito.

El ciclo del Espárrago de Oro se cerró ayer con una novillada navarra de Santafé Martón, que se fue al desolladero sin torear. ¿La causa? Una mano de obra inexperta que no pudo con ella. De los dos novilleros, uno puso algo más de voluntad, le echó más arrojos al tema, aunque sin pasarse, y el otro se mostró verde, muy verde, y acabó blanco, muy blanco, como su taleguilla, tirando a pálido.

Si a esta falta de experiencia de los dos actuantes, le añadimos lo exigente de la materia prima, por su motor, y unas lidias pésimas en los tercios de banderillas  -capotazos y más capotazos-, el resultado es una tarde de toros desastrosa, sobre todo para el aficionado, para el público que acudió ilusionado al cierre de la buena feria.

Jesús Martínez se encontró en primer lugar con un eral noble, fuerte, que tuvo fijeza y al que sólo le faltó humillar un poco más y, quizás, un puyacito. El becerrista no pasó de digno ante él, ante un novillo con sangre Torrealta, vía Bañuelos, serio de cara, que pedía distancias y tiempos. Se pudo ver algún derechazo suelto de buen corte pero poco más. A la hora de matar, el madrileño se las vio y deseó porque se perfiló desde Peralta, a larga distancia, y a punto estuvo de sonar el tercer aviso. Ante el tercero, que humilló y se desplazó con nobleza en generoso recorrido, no terminó de confiarse y no se decidió a ponerse de verdad, en el sitio, a torear.

Ferrani, por su parte, se vio desbordado en todo momento por el tercero y, como ya lo había prendido un par de veces, no se complicó y se fue a por el estoque; mató de una entera muy trasera y a otra cosa, a esperar. El novillo, visto y no visto. En su segunda intervención, no supo ni colocarse y desaprovechó un buen novillo, también con sangre Torrealta, que metía con clase la cara en el engaño. En definitiva, tarde para el olvido exprés.

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