LA TRAÍDA DE VACAS CIRBONERA SE CARACTERIZÓ POR LOS POCOS SUSTOS

A la traída de este año le faltó picante. Fotografía: Blanca Aldanondo.

A la traída de este año le faltó picante. Fotografía: Blanca Aldanondo.

Las reses sólo dejaron ocho contusionados en Cintruénigo, por los dieciocho atendidos de 2016. Galería de imágenes: Blanca Aldanondo.

Cintruénigo volvió a ser fiel a la tradición ayer y celebró una nueva edición de su ‘traída’ de las vacas. Un acto prefiestas que, poco a poco, va perdiendo emoción víctima de la reglamentación de los festejos taurinos, que están convirtiéndolo en una capea que año a año pierde tirón popular.

Prueba de ello es que en el coso se notó un descenso en el número de remolques. Desde las 18 horas, cuando las primeras cinco reses de Pedro Domínguez salieron de los corrales portátiles instalados en la zona de las Espeñas, hasta las 19.52 h., cuando la última de las 15 que trajo el ganadero de Funes entró al corral, se registraron nueve atenciones, una por una lipotimia y ocho por contusiones. Un dato que contrasta con los 18 atendidos de 2015 y 2016, cuando la suelta se regía por las mismas normas que ahora.

Anteriormente, las vacas se soltaban desde la zona del Medidor por el cauce del río Alhama, pero por su gran vegetación el desencajonamiento se trasladó a la zona de las Espeñas en 2015.

Las cinco primeras reses salieron en manada y subieron a la calle Espeñas, donde protagonizaron las primeras carreras. Después, poco a poco, todas ellas fueron bajando al enorme coso, donde facilitaron el lucimiento en contadas ocasiones al ir normalmente hermanadas.

Rápida vuelta a corrales

Media hora después de su salida de corrales, hicieron entrada en los mismos para ceder el sitio a otras cinco vacas que tuvieron una puesta en escena velocísima. La manada, con tres negras, una cárdena y otra negra bragada, que a la postre fue la que más juego dio, hizo como sus hermanas y subió hasta la calle Espeñas, pero pronto la negra bragada mostró sus aviesas intenciones bajando al campo en solitario. Allí comenzó su espectáculo amagando con saltar a una de las pacas de pajas instaladas en el campo y embistiendo y derribando a un joven subido a una valla, la cual también tiró, sin mayores consecuencias.

El resto de animales bajaron al campo, pero ésta siguió sola hasta las 19 horas, cuando, de nuevo, fueron cambiadas por las últimas cinco. Éstas dejaron un herido por policontusiones, pero pronto se hermanaron y se emplazaron en una zona del coso, de donde fue muy difícil moverlas. Allí permanecieron prácticamente hasta que volvieron a soltar cinco reses que ya habían sido corridas para poner el punto y final a la suelta, que acabó con la rápida recogida, para lo que suele ser habitual, de las 10 vacas.

Información de Íñigo Sanz para Diario de Navarra.

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