Fue un festejo deslucido por el juego del ganado y por la actuación del caballero portugués. Imágenes, Mariano Pascal.
Ganado: Cuatro utreros de Valle Blanco, desiguales de presencia, con kilos, mansos y parados en general.
Rejoneadores: David Gomes (silencio y silencio tras aviso) y Adrián Venegas (vuelta al ruedo y ovación).
Lugar y fecha: Plaza de toros de Peralta (Navarra). 3 de septiembre de 2024.
Incidencias: Más de media plaza. Tarde nublada y seca. Segunda de feria. Gomes toreó en sustitución de Luis Pimienta.
El festejo de toreo a caballo, aunque deslucido, lo salvó en buena parte (amén de que sólo era de cuatro reses y no de seis) el joven caballero pacense Adrián Venegas. Los otros protagonistas de la tarde, el cabaleiro luso David Gomes (que ofreció una mala actuación) y los cuatro utreros del hierro de El Valle Blanco, de procedencia Antonio Pérez Tabernero, dejaron mucho que desear.
Adrián Venegas, con sólo una año de alternativa (Burgos, 2023), mostró total disposición en los dos novillos de su lote. Falló a veces clavando farpas muy bajas e, incluso, cayó en una ocasión de su montura, sin consecuencias. Pero el calor y color que desplegó en el ruedo y el intentar hacer la lidia de frente y rematando las suertes le valieron el respeto y cariño del personal.
A su primer novillo, un chorreado de nombre Pitillo y que fue el más potable del festejo, le armó una aceptable faena. Falló en primera instancia con la hoja de peral en la suerte suprema y luego dejó un buen rejonazo en lo alto de rápido efecto. Se le pidió la oreja, aunque sin excesiva fuerza. Dio una merecida y aplaudida vuelta al ruedo.
El cuarto, segundo de su lote, era feo de cara, bastante bizco del pitón derecho. Se llamó Vela y manseó de salida, mas, al sentir el rejón de castigo, acometió, unas veces galopando y, otras, al trote, hasta en dos vueltas completas al redondel siguiendo la montura que manejó de costado Venegas. Incluso, se llegaron a esbozar unas hermosinas. Fue lo mejor y más intenso. La cosa prometía, pero el tal Vela cerró la persiana. Venegas puso todo de su parte, pero ya sin posibilidades de acople.
El caballero portugués, por su parte, toreó a la carrera, sin rematar las suertes y fue un tormento con los aceros a caballo y con el verduguillo.
Gomes defendió como pudo la actuación con muchas pasadas en falso, quiebros, algunos violines y una rosa. A la cuadra le faltó algo de rodaje y al rejoneador más sitio y decisión con los rejones de muerte.
Extracto de la crónica de Manuel Sagüés, aunque el último párrafo pertenece a Mariano Pascal.