LA FERIA DE SAN ADRIÁN SE CIERRA CON DOS OREJAS PARA JUAN TORRES

Manoletina de Juan Torres. Fotografía: Isabel Virumbrales.

Manoletina de Juan Torres. Fotografía: Isabel Virumbrales.

El colombiano Juan de Castilla gana el XXIII Espárrago de Oro a la mejor faena. Puerto de San Lorenzo, premio a la mejor novillada, y Miranda de Pericalvo, al novillo más bravo.

Ganado: Cuatro erales de Miranda de Pericalvo, muy bien presentados y de buen juego, con el cuarto premiado con la vuelta al ruedo. El primero, un poco más flojo.

Diego de Llanos: silencio en ambos.

Juan Torres: palmas y dos orejas.

Presidencia: Javier Gil de Gómez con Belén Ferrer y Santiago Sáez.

Incidencias: Los tendidos registraron casi tres cuartos de entrada en tarde de temperatura agradable.

La última novillada de la feria del Espárrago de Oro tuvo como protagonistas a cuatro novillos de buen juego y excelente presentación. El primero de la tarde fue el que menos transmisión tuvo. El argandeño Diego de Llanos se abrió de capote templando la embestida de Templasol. No hubo mucho que destacar en los dos primeros tercios. Una vez montada la muleta y tras el trasteo inicial, el de Pericalvo se fue quedando corto por el pitón derecho. Por el lado izquierdo, tenía un puntito más de calidad, el joven perdió pasos, se estiró con mucha plasticidad pero faltó acople. Remató la faena ayudándose por alto, muy torero. Mató, con mucha habilidad, de estocada entera algo caída que poco a poco fue escupiendo. No acabó Llanos de agradar al público que silenció su faena.

Borrachito fue el novillo que se lidió en tercer lugar y que blandeó de salida. Lo cuidaron en la lidia. En la muleta fue bravo pero con poca fuerza. Llanos se dobló para sacarlo a los medios, el animal quería embestir. Tenía pujanza pero el de Arganda del Rey no acabó de confiarse, anduvo descompuesto y algo atacado. Muletazos sin ton ni son, sin ganarle el sitio, sin colocarse. Abrevió con la espada. La plaza, desentendida de la faena, guardó silencio.

Juan Torres se llevó a la postre el mejor lote. En primer lugar se encontró con  Palomo, un novillo de hechuras preciosas, al que toreó con gusto a la verónica. Torres comenzó la faena en el centro del ruedo con un pase cambiado por la espalda. Otra serie por el derecho, dando mucha distancia hizo que el público se metiera del todo en la faena. Cambió de mano, se cruzó al pitón contrario e intentó el toreo, se llevó una voltereta y volvió de nuevo al pitón derecho. “¡Sitio!..”, le decían tres voces desde el callejón. Torres hizo caso, el novillo acudió al engaño, como bien le decían al novillero, Palomo quería sitio, embestía con muy buen son y protestaba con el toreo encimista. Torres tomó los aceros sin que el de Miranda de Pericalvo hubiera abierto la boca. Manoletinas mirando al graderío antes de ejecutar la suerte suprema con la que dejó algo más de media estocada trasera. El aragonés escuchó palmas tras una tímida petición de oreja.

Y llegó el cuarto, un novillo negro, de nombre Barbamosca, que resultó ser el más bravo del encierro. Fue de menos a más, embestía con emoción, tenía buen son, la boca cerrada durante toda la faena, nobleza encastada y clase. Barbamosca era novillo de vuelta al ruedo, así lo pidió el respetable y al palco le costó enterarse de esta petición.

Finalmente el presidente sacó el pañuelo azul cuando ya estaban arrastrando al burel que volvió a entrar al coso para dar una merecida vuelta al ruedo.

Juan Torres no es un novillero que interprete el toreo de una forma especialmente pura pero tiene la virtud de conectar rápidamente con el público, y vaya si conectó ayer con los casi tres cuartos de plaza que se registraron ayer en San Adrián. Con el capote no destacó; el novillo además era un tanto reservón, pero con la muleta llegó el lío. Comenzó a pies juntos en el tercio para salir a los medios y echarle la muleta arrastrada dándole sitio, mucho sitio. El de Pericalvo se arrancó con mucha emoción, ya no había ni merienda, ni pipas en el tendido, la plaza se vino arriba cuando Torres ligó. Bien es cierto que no hubo toreo del caro pero hay que destacar la virtud de Torres de saber llegar al respetable. Circulares y desplante de rodillas para finalizar su actuación. Se perfiló para entrar amatar y una vez montada la espada dedicó al graderío la muerte de Barbamosca. Estocada hasta la empuñadura, de perfecta ejecución, que sumó dos orejas en el esportón de Torres.

Los premios de 2013

XXIII Espárrago de Oro: Juan de Castilla, por su actuación el pasado 29 de julio en el encierro de Puerto de San Lorenzo.

Mejor novillada: Puerto de San Lorenzo.

Mejor novillo: Barbamosca, de Miranda de Pericalvo, herrado con el número 36 y lidiado la tarde de ayer en cuarto lugar.

Mejor estocada; Juan Torres por la propinada ayer a Barbamosca.

Al margen de los trofeos otorgados por el Club Taurino de San Adrián, el trofeo Miguel León Gil al mejor subalterno fue a parar a Carlos Donaire.

Información de Isabel Virumbrales para Diario de Navarra.

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