HERMOSO SE DESPIDE DE MÉXICO CON OTRO TRIUNFO EN MONTERREY

Triunfal vuelta al ruedo de Hermoso de Mendoza en Monterrey con las dos orejas conseguidas.

Triunfal vuelta al ruedo de Hermoso de Mendoza en Monterrey con las dos orejas conseguidas.

Le cortó las dos orejas a un buen toro de Santa Bárbara y salió a hombros junto con Morante de la Puebla y Saldívar.

Ganado: Cuatro toros de Montecristo para la lidia a pie, de juego dispar, y dos para rejones, el primero, de Santa Bárbara, ovacionado en el arrastre, y el cuarto, de Fernando de la Mora, andarín.

Toreros: Pablo Hermoso de Mendoza (dos orejas y silencio), José Antonio “Morante de la Puebla” (palmas y dos orejas) y Arturo Saldívar (dos orejas y ovación).

Lugar y fecha: plaza de toros Monumental Lorenzo Garzo de Monterrey, estado de Nuevo León (México). 3 de mayo.

Incidencias: Lleno. La terna salió a hombros. El caballero navarro puso fin a su campaña americana.

Pablo Hermoso de Mendoza puso fin el domingo pasado a su temporada americana en la plaza mexicana de Monterrey, donde consiguió un nuevo triunfo tras desorejar al que abrió plaza. Y lo hizo ante una plaza llena -12.000 personas- y mientras mucho público buscaba todavía acomodarse en su localidad para disfrutar, sobre todo, con el toreo del navarro y del diestro sevillano.

Al primero de la tarde, un buen y noble toro de Santa Bárbara, le realizó una gran faena. Tras recibirlo con Sancho y comprobar la calidad del astado, la faena alcanzó alto tono en banderillas, con el templado toreo a dos pistas de Janucá y con el suave toreo circular de Beluga. Y ya en el tercio final, con Icarito, el jinete estellés clavó sin respiro las cortas, se adornó acariciando el testuz y las astas del cuatreño, y terminó con un rejonazo en todo lo alto. El navarro se aseguró la puerta grande con la concesión de las dos orejas de un toro que fue ovacionado en el arrastre.

El cuarto, de Fernando de la Mora, no tuvo esa calidad y resultó complicado por ser andarín, lo que dificultó la ejecución de las suertes. Tras recibirlo con Churumay, el toro no sacó un buen galope hasta que Duende lo llevó templado con su cola y toreó con el pecho en cada una de las reuniones. De este modo, el trasteo se vino arriba y más con la actuación de Dalí, que volvió a encandilar con sus piruetas. Pero en una de ellas, el toro se lastimó una mano y ya todo cambió. La emoción se diluyó y, pese al buen hacer de Icarito en el último tercio, el público acabó guardando silencio.

Saldado este compromiso, el caballero navarro dejaba atrás treinta y cinco tardes en México, en las que había conseguido nada menos que veintidós puertas grandes; y sesenta orejas y tres rabos de los sesenta y nueve toros lidiados. A estas cifras hay que añadirles los siete paseíllos realizados en Colombia, actuaciones en las que lidió trece toros, frente a los que consiguió siete orejas y tres salidas a hombros.

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