HERMOSO CORTA LA ÚNICA OREJA DE LA TARDE EN SU DESPEDIDA DE SEVILLA

Así se despidió Pablo Hermoso de Mendoza de la afición sevillana.

Pese a que se podían devolver entradas por la baja de Morante de la Puebla, la Real Maestranza colgó el ‘no hay billetes’. Fotografías, pablohermoso.net

Ganado: Toros de El Capea, primero y cuarto, colaboradores, y de Hermanos García Jiménez, segundo, noble y justo de raza; tercero, muy sangrado; quinto, manso con movilidad, y sexto, áspero con genio y finalmente aplomado.

Toreros: Pablo Hermoso de Mendoza (silencio y oreja), Juan Ortega (ovación en ambos) y Pablo Aguado (silencio y ovación).

Lugar y fecha: Plaza de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. 29 de septiembre de 2024.

Incidencias: Lleno de ‘no hay billetes’. Aguado sustituyó a Morante de la Puebla. El llamado ‘Africano’, número 2, de 569 kilos, fue el último toro del rejoneador navarro en Sevilla.

La Real Maestranza de Sevilla no fue donde Pablo comenzó su carrera, ni donde tomó la alternativa, pero sí podemos decir que aquí comenzó la leyenda de Pablo Hermoso de Mendoza cuando aquel mes de abril de 1999, en una matinal de seis rejoneadores, un rejoneador navarro, que ya venía avisando, obtuvo un rabo del único toro que lidió, de la ganadería de Fermín Bohórquez. Aquello fue el inicio de un idilio entre Sevilla y Pablo Hermoso que sólo México lo consiguió porque la incursión del jinete en tierras aztecas le hizo permanecer en ese país hasta entrado el mes de abril y por ello tuvo que renunciar entre otras a actuar en Sevilla en varias temporadas.

Este año y para su despedida, se eligió la fecha de San Miguel, donde nunca había toreado hasta el día de hoy, lo que constituyó todo un acontecimiento colocando el cartel de ‘no hay billetes’, a pesar de la caída a última hora del ídolo local, Morante de la Puebla, que podía generar devolución en taquilla.

Llegó a la plaza en carruaje, no en la habitual furgoneta, y tras el pertinente calentamiento de los caballos y el posterior paseíllo, abrió plaza con Botinero, nombre habitual en la camada de Capea; fue el penúltimo toro que Pablo lidió en Sevilla y que se debió de ir al desolladero sin alguna de sus orejas. Una tarde más, con el rejón de muerte se emborronó todo el trabajo hecho anteriormente y para lo que ayudó y mucho el buen temple del astado. Una faena que comenzó con Nómada en un gran tercio de salida, templando circularmente, dejando al toro rebosarse por la grupa y arrancando los primeros olés de la tarde.

Unos olés que rompían el silencio maestrante en una tarde mixta donde el respeto a lo que sucede en el ruedo se vive con una atención que, como decimos, el silencio se puede cortar con un cuchillo. Ese cuchillo fue una tarde más Berlín, que arrancó un rugido del tendido cuando remató el primer galope de costado con un trincherazo por los adentros en un espacio inverosímil. O luego cuando con la grupa fue abanicando los pitones del toro, que por momentos se escondían debajo de la cola del luso-hanoveriano. O en los dos embroques llegando a la misma cara para salir con una suavidad y una elegancia muy al nivel del escenario. Una lidia perfecta y de altos vuelos con el sello totalmente hermosista para definir lo que ha sido una carrera histórica.

Ilusión continuó y ya encontró un toro más defensivo, echando la cara arriba y al que le costaba algo más embestir, a pesar de lo cual, el castaño morcillo piso terrenos complicados para dejar buenas acciones. Cortas sobre Generoso a toro muy parado y momento de matar con nula ayuda del toro y donde se sucedieron los pinchazos. Quizás el cansancio o algún problema en el hombro también tienen algo de culpa porque no se ve a Pablo vaciarse sobre el rejón de muerte como debería ser para poder enterrarlo hasta el fondo.

Y saltó al ruedo el cuarto de la tarde y último de Pablo Hermoso de Mendoza en Sevilla y por añadidura en su carrera a este lado del Atlántico. Las emociones a flor de piel, brindis a su mujer y sus hijos, que tuvo que hacer en tres partes por la ubicación de cada uno de ellos en el ruedo. Decir que el primero lo brindó a la afición sevillana. Tras el brindis, Pablo esperó a su cierra carrera, que resultó un toro con menos fijeza, salió suelto y lo tuvo que parar en galopes largos, de los que nunca se quedaba encelado. Cuando embestía no lo hacía con mucho temple, más bien con brusquedad y eso quizás le dio mucha más importancia a una nueva gloria taurina de Berlín, que volvió a dictar cátedra de toreo cadencioso, templado, haciendo fácil lo que parece difícil y volviendo a poner la Maestranza boca abajo en varios momentos. Había que aguantar mucho y Berlín lo aguantó todo, llevándolo, colocándolo, tapándole la salida para que no huyese a su acusada querencia.

Colocó dos nuevas banderillas de poder a poder con Nairobi y remató con una pirueta en la misma cara al salir de la última de ellas. Rosas de final con Justiciero y un par a dos manos demasiado arriesgado, todo ellos antes de matar al segundo intento y pasear su última oreja por el amplio anillo sevillano, donde al pasar por la puerta de caballos, rindió un más que merecido homenaje a todo ese equipo que nunca se ve y que con los cuidadores de los caballos a los que sacó a la arena para recibir el cariñoso y sincero homenaje del público.

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