Hermoso logró en Ciudad Juárez el séptimo rabo de su campaña.
El segundo de su lote, difícil y complicado, le asestó una cornada interna con derrame en la pierna derecha.
Ganado: seis toros de Begoña, dos de ellos para rejones, segundo y quinto, bien presentados y de buen juego, un notable encierro, salvo ese quinto, peligroso.
Toreros: Fermín Spínola (silencio y dos orejas), Pablo Hermoso de Mendoza (dos orejas y rabo y oreja) y Juan Pablo Sánchez (silencio en ambos).
Lugar y fecha: plaza Alberto Balderas, en Ciudad Juárez, estado de Chihuahua (México). 7 de abril.
Incidencias: Lleno de “no hay billetes”. Spínola y Hermoso salieron a hombros.
Pablo Hermoso de Mendoza conoció el domingo pasado en Ciudad Juárez las dos caras de la moneda del toreo. En el lado positivo, tras ocho años de ausencia en esta localidad del norte de México, vio cómo la plaza colgaba el cartel de “no hay billetes” y además logró cortar los máximos trofeos del primero de su lote. En lo negativo, se las tuvo que ver en segundo lugar con un marrajo que le asestó un fuerte golpe en la pierna derecha, golpe que se convirtió finalmente en una cornada interna con derrame.
El caballero navarro consiguió el triunfo grande frente al segundo del festejo, un ejemplar llamado Estupendo, que hizo honor a su nombre y que demostró que el encaste Saltillo-Santa Coloma puede servir también para el rejoneo. Faena memorable ante un astado que fue una máquina de embestir, comenzada sobre Churumay, continuada en banderillas con Manolete, que estuvo genial y bordó el toreo de costado, y Viriato, que se impuso en una pugna de bravura cara a cara, y finalizada con Pirata. Este caballo se gustó aguantando la embestida del cuatreño y dio a su dueño el sitio perfecto para sepultar el rejón letal, lo que le permitió pasear en triunfo el rabo del de Begoña.
El panorama cambió con la salida del quinto, llamado Fuerza, que también hizo honor a su nombre, pues es lo que único que tuvo, pero sin calidad, con complicaciones y peligro a más. De hecho, cuando el estellés intentaba clavar la primera banderilla a lomos de Dalí, el toro pegó un inesperado salto y alcanzó al maestro en la pierna derecha, le propinó un fuerte golpe que, en un primer momento, hizo pensar en una grave lesión dado el impulso que traía el cuatreño. No fue así. Todo quedó en una dolorosa cornada interna con derrame. Después, con el dolor reflejado en el rostro, el jinete se rehízo, sorteó los derrotes y malas ideas del marrajo y clavó tres banderillas sobre un cuatreño que sólo intentaba cazar al alazán. Salió al ruedo Pirata y con él Hermoso, tras la cortas, se lució con dos pares de banderillas a dos manos, en otro alarde de riesgo. Terminó con un rejonazo que hizo doblar al peligroso toro y que le permitió cobrar otra oreja.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX