GANADERÍA DE PINCHA RUBRICA UN TRIUNFO EN LA TERCERA DE SAN ADRIÁN

Natural de Ángel Delgado a un muy buen eral de Ganadería de Pincha. Fotografía: Galdona.

Los dos novilleros cortaron sendas orejas de un encastado encierro llegado desde Lodosa.

Ganado: Cuatro erales de Ganadería de Pincha, bien presentados y encastados, de alta nota todos salvo el segundo, y aplaudidos en el arrastre los dos últimos.

Novilleros: Adrián Reinosa (oreja y silencio tras aviso) y Ángel Delgado (oreja y silencio tras aviso).

Presidencia: A cargo de Álvaro Guzmán, asesorado por Francisco Parra y la veterinaria Nerea Villanueva, debió conceder la vuelta al ruedo al último; por lo demás, correcta.

Incidencias: Lleno en tarde soleada y agradable, aunque con molestas rachas de viento.

Ángel Delgado estaba en plena pugna con el novillo que cerraba la tarde. Tras no haberse dejado ganar la partida en los medios, con un encastado eral de Baigorri que no perdonaba una, logró templarse en el tercio. Encontró la distancia, ajustó la altura del engaño y empezó a torear por bajo al torico de Lodosa.

Según la información de Pascal Lizarraga, publicada en Diario de Navarra, surgió en ese momento el mejor toreo visto hasta ahora en la feria: el novillo humillando por ambos pitones y el torero ligando muletazos por bajo a diestra y siniestra. El tendido entró rápidamente en ebullición y de no haberse atascado con estoque y cruceta, el triunfo de Delgado hubiera sido fuerte y legítimo. Porque en la fiesta de los toros uno más uno no suelen ser igual a dos.

El lote de Adrián Reinosa había desbordado por momentos al novillero en una sinfonía de desarmes provocado por la codicia de sus novillos. El chaval capeó el temporal con elegancia y cortó una oreja en su primero por la rápida muerte de la res.

Tras ello, Ángel Delgado toreó con soltura al novillo que hacía segundo y que resultó el de menos clase del encierro, mostrando que es un torero en formación, con personalidad pero todavía en la búsqueda de su estilo. El pequeño triunfo con corte de oreja fue olvidado pronto tras verlo torear después por bajo al Ganchero de Pincha. Toro y torero brillaron ahí con luz propia y recordaron a los aficionados presentes cual es el sueño que se persigue ver en una plaza de toros de cualquier categoría y condición: la de un torero entregado frente a un toro que embiste haciendo el avión.

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