MARCO CORTA UNA OREJA EN LA PLAZA DE SAN FELIPE (VENEZUELA)

Francisco Marco vistió en San Felipe de azul celeste y oro.

Al diestro navarro le correspondió el lote más complicado y sufrió un par de volteretas sin mayores consecuencias.

Lugar: plaza de toros de San Felipe, Yaracuy (Venezuela).

Ganado: seis toros de Juan Campolargo, bien presentados en conjunto y de juego dispar; los mejores, el cuarto y el sexto; el más complicado resultó el segundo de la tarde

Erick Cortés: silencio en ambos.

Francisco Marco: oreja y ovación.

César Vanegas: orejas y dos orejas.

Incidencias: Lleno. Tercera actuación del navarro en esta localidad.

Francisco Marco consiguió cortar una oreja el sábado en la plaza venezolana de San Felipe, capital del estado Yaracuy, que cuenta con la feria más antigua de este país americano. Logró triunfar pese a que no tuvo suerte en el sorteo y se las tuvo que ver con el lote de toros más complicado.

Se lidiaron seis toros de la ganadería local de Juan Campolargo, bien presentados en conjunto y de juego dispar; los mejores, el cuarto y el sexto; el más complicado resultó el segundo de la tarde, primero del lote del estellés, del que, precisamente, logró un trofeo.

Bajo una plaza llena, Marco alternó con los diestros venezolanos Erick Cortés, que vio cómo sus dos intervenciones recibían el silencio del público, y César Vanegas, que logró tres orejas del mejor lote y se erigió en triunfador de la tarde.

El espada navarro se impuso a las complicaciones de su primero, un toro, alto, fuerte, gordo, duro, sin clase alguna, que se emplazó en los medios con malas ideas y del que sufrió dos espectaculares volteretones, sin mayores consecuencias. En tales condiciones, le robó todos los muletazos posibles y lo mató de una gran estocada, que posibilitó la concesión del trofeo.

El quinto tuvo mejor condición pero tampoco permitió excesivo lucimiento. Fue un toro soso y muy blando, al que recibió con gusto a la verónica. Sin embargo, en el último tercio, Marco dejó destellos de la calidad de su toreo sólo al principio de la faena, pues al toro le costaba cada vez más tenerse en pie y, el diestro, a petición del público, tuvo que abreviar. Mató de una estocada tras un pinchazo y el espada navarro se tuvo que conformar con una cálida ovación del público.

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