El pamplonés, ante un gran novillo, hizo emocionar al veterano ganadero, que triunfó el año pasado en San Adrián. Fotografías: Ricardo.
El novillero navarro Francisco Expósito tentó ayer en la riojana Villamediana de Iregua la finca Río Bravo, donde se cría el ganado bravo marcado con el hierro de Álvaro y Pablo Lumbreras, y la prueba no sólo satisfizo al pamplonés, sino también al ganadero riojano, que reconoció que se había emocionado ante el buen juego de un novillo.
Expósito probó antes la bravura de dos vacas de ese mismo hierro. La primera, con las complicaciones propias de la tierra, se dejó hacer y el novillero la aprovechó al máximo. La segunda, por el contrario, resultó imposible y solamente admitió un trasteo por la cara, muletazos que le sirvieron mucho a modo de entrenamiento.
Y por último, se las vio con un novillo que fue canela pura, todo calidad, que tuvo nobleza, fijeza y muy generoso recorrido por ambos pitones. El novillero disfrutó frente a él, se infló de torear, realizó una faena tan larga como variada, templada, medida, en la que destacaron dos series, a petición del ganadero, de mano muy baja, que emocionaron a Carlos Lumbreras.
Fue una prueba más de la buena materia prima que posee este ganadero. La primera la ofreció el año pasado en San Adrián, donde consiguió el premio a la mejor novillada. Presentó cuatro erales muy serios, de buenas hechuras y mejor juego; uno de ellos, el cuarto, Chusquero, número 55, premiado con la vuelta al ruedo. Este año intentará repetir triunfos.
La ganadería Álvaro y Pablo Lumberas ingresó en la Asociación de Ganaderos de Reses de Lidia en 2004, con astados pertenecientes a la ganadería Herederos de Policarpo Lozano.