El rejoneador local Armendáriz salió a hombros junto a Sergio Sánchez.
Ganado: Cuatro erales de Pedro Gutiérrez Moya -el primero con el hierro de Carmen Lorenzo y el resto con el de San Mateo-, segundo y cuarto para rejones, bien presentados, con kilos, nobles y de buen juego en general, salvo el tercero, que resultó algo complicado por el pitón derecho. El primero fue aplaudido en el arrastre y el codicioso cuarto, premiado con la vuelta al ruedo.
Sergio Sánchez: dos orejas. Salió a hombros.
Roberto Armendáriz: dos orejas y dos orejas y rabo. Salió a hombros.
Javier Marín: una oreja.
Presidencia: A cargo de Óscar Arizcuren, asesorado por Iosu Sarobe y Cipriano Hebrero, en consonancia con un festival, cumplió correctamente su cometido.
Incidencias: Prácticamente lleno. Tarde agradable de nubes y claros, con alguna molesta racha de viento. Se sorteó un viaje a París mediante la compra de boletos, cuya recaudación fue destinada a la Fundación Síndrome de Dravet. Magnífico ambiente en toda la plaza de toros.
La vecina de Noáin Ainhoa Pariente se sentía a la vez orgullosa y emocionada. ¿El motivo? La respuesta de su pueblo al festival taurino, con una colecta a favor de la Fundación Síndrome de Dravet, patología que padece su hija de tres años, Adriana Goñi. Y orgulloso puede sentirse asimismo el alcalde de esta localidad tan cercana a Pamplona, Óscar Arizcuren, por la respuesta de los vecinos a esta iniciativa taurina. Y, por supuesto, Roberto Armendáriz, que sintió y recogió el calor de los suyos, de todas esas gentes que le han visto crecer como persona y como profesional del toreo, que le quieren, que le arropan y le admiran como torero. Por todo ello, él, el caballero de Noáin, tuvo muy presente una gran y sentida ausencia, la de su padre, Justino, fallecido hace año y medio.
Para él fue ese emotivo brindis al cielo del cuarto novillo y ese ramo de flores enterrado en el centro del ruedo. Momentos antes, el rejoneador había hecho vibrar con una faena premiada con los máximos trofeos.
Se encontró con un eral, llamado Valenciano, que, ya de salida, mostró fijeza y codicia, cualidades que mantuvo a lo largo de toda la lidia. Lo recibió y lo llevó encelado con El Cañito, montura que dio paso en banderillas a Ranchero, que ofreció un recital de quiebros, a Delirio, que levantó al público de sus asientos con sus espectaculares piruetas, y a Prometido, que mostró un elegante toreo de costado y seguridad en el quiebro ante un ejemplar que mantuvo su codicia y buen tranco hasta el final. Sobre Cristal, el jinete navarro acertó al segundo intento con la hoja de peral y paseó los máximos trofeos unos instantes después de que a Valenciano se le diese la póstuma vuelta al ruedo.
Faena de alto nivel de toreo a caballo, como la primera, ante el segundo, otro buen novillo que se acabó antes, tras la segunda banderilla, colocada a lomos de Grano de Oro, que lució toreando a dos pistas; como lo hizo Polvorilla, ofreciendo el pecho, enroscándose con el novillo en un palmo de terreno. Dos orejas para Armendáriz y no más porque tuvo que descabellar.
Respecto al toreo a pie, Sergio Sánchez se encontró con un eral noblón que le permitió demostrar que el que tuvo, retuvo. Mecido a la verónica y seguro con los rehiletes, al son de Puerta Grande completó una faena basada en la diestra y bañada en serenidad y limpieza.
Marín, por su parte, dibujó ante el tercero los mejores naturales de la tarde pero alargó demasiado el tema con el estoque y se tuvo que conformar con un trofeo.