FERIA DEL TORO 2011. BALANCE. TOREROS. LA PEOR FERIA DEL SIGLO XXI

Derechazo de Iván Fandiño, uno de los mejores toreros de la feria.

Feria de crisis o feria en crisis. Es la sensación que queda después de haber presenciado los ocho festejos de la Feria del Toro, de un ciclo donde el arte ha sido escaso y bastantes toreros han defraudado.

Una feria, en definitiva, que no ha dejado prácticamente nada para el recuerdo y que muy pronto caerá en el olvido.

En esas ocho corridas de toros se han cortado once orejas, dos menos que el año pasado, cuatro menos que en 2009 y la misma cantidad que en 2008. Y de esos ocho festejos, sólo en dos –el de Miura y El Pilar- no se cortó trofeo alguno.

En total, once orejas, que debieron ser nueve, pues al gran triunfador, al único diestro que hizo dos paseíllos, se le regalaron dos, una el día 12 y otra el 14, ésta además de puerta grande.

Y todo ello referido exclusivamente a la Feria del Toro, sin contar el festejo de rejones, en el que las veinte mil personas que lo presenciaron se divirtieron de lo lindo. Con las cinco orejas cobradas por Hermoso de Mendoza, Armendáriz y Galán, el total se eleva a 16 trofeos. La novillada inaugural no incrementa estas cifras, pues los utreros fueron arrastrados con todas ellas.

De los sesenta ejemplares lidiados, cuarenta y ocho fueron arrastrados con sus dos orejas. Debieron ser menos, pero hubo fallos con los aceros y monteras por debajo de la materia prima; dos factores que impidieron que se cortasen más trofeos.

Con ayuda presidencial, El Juli cortó el 12 de julio tres orejas.

Retomando la Feria del Toro, sólo hubo dos faenas premiadas con las dos orejas del astado. Pero en ambas, el segundo trofeo llegó por capricho presidencial, no por méritos en la arena para tal recompensa. Fueron, por tanto, dos puertas grandes, una justa pero de una y una oreja, y la otra, inmerecida. En cualquier caso, las dos tuvieron el mismo protagonista, Julián López “El Juli”, quien, trofeos aparte, volvió a dar la cara en la capital navarra. De hecho, a su esportón fueron a parar casi la mitad de los trofeos de la feria, cinco de once.

Trofeos aparte, lo cierto es que no se pudo contemplar ninguna faena grande, de calidad, de muchos quilates, de dos orejas. El mejor toreo brotó de las manos del torero más veterano de la feria, de Juan Mora, que pagó con sangre, con cornadas, su fino toreo, cargado de gusto, tanto a la verónica como al natural. Su pundonor, su querer triunfar le impidieron rematar la faena más torera del ciclo.

Juan Mora dibujó las mejores verónicas de la feria y los mejores naturales.

Gustaron también las maneras de David Mora e Iván Fandiño, que se repartieron dos orejas de peso; el primero, de un Cebada Gago y de un Fuente Ymbro el segundo. Ambos rozaron el triunfo grande y se ganaron a pulso la repetición; Mora, además, en mejor cartel.

Los otro cuatro trofeos los pasearon Rubén Pinar, siempre correcto pero un tanto insípido, Joselillo, siempre bullidor pero por debajo de la materia prima, César Jiménez, en una faena larga y tirando a vulgar, y Miguel Ángel Perera, en una tarde un tanto gris del pacense. Y es que éste, como Castella y El Cid, todos ellos considerados figuras, pasaron bastante de puntillas por Pamplona y demostraron que no se encuentran en el mejor momento de toreo.

Los tres defraudaron, al igual que los jóvenes Saldívar y Esaú, quienes, con poco rodaje, tuvieron que asumir un gran compromiso y no estuvieron a la altura. Y tampoco gustaron Padilla, Rafaelillo y Marín con la pésima miurada, Antonio Ferrera, y Curro Díaz, que debió esforzarse más.

Tarde para la historia. Dos caballeros navarros, a hombros en Pamplona.

Y no tuvieron opción alguna Francisco Marco y Morenito de Aranda con los cebadas, y Salvador Cortés con los dolores. Luque, sí pero no. El Fandi, voluntarioso pero a menos. Y, por el contrario, causó buena impresión, por su desparpajo, por su valentía, por su soltura, el debutante Alberto Aguilar, que bien puede regresar.

Y lo mejor del abono, esa imagen de dos toreros a caballo navarros saliendo a hombros por la puerta del encierro. Eso sí que quedó para el recuerdo. Lo demás…

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