FALLECE RICARDO DE FABRA, PADRINO DEL DOCTORADO DE MANOLO RUBIO

Ricardo de Fabra cede los trastos a Manolo Rubio ante la presencia de Manolo de los Reyes.

Fue su presentación y su última actuación en Pamplona, de la que se fue sin conseguir trofeos.

El matador de toros valenciano Ricardo de Fabra ha fallecido en su domicilio a los 78 años, tras no poder superar una enfermedad, un cáncer. Su fallecimiento ha coincidido con el día que, 39 años antes, murió Francisco Rivera ‘Paquirri’, a quien llevó él mismo en brazos a la enfermería de Pozoblanco.

Nacido en la localidad valenciana de Álcácer en 1945 y sin antecedentes taurinos, fue en el ambiente de la vaquería familiar donde sintió el aguijonazo del toreo. A falta de escuelas taurinas a la usanza actual y ganaderías, su aprendizaje real tiene como aula las plazas de los pueblos de la provincia, donde se enfrenta a ganado de escasas garantías y dudosa procedencia, incluidas vacas de retienta y avisadas.

La falta de oficio y la condición del ganado le castigan a diario con volteretas y cogidas. Nada que le haga retroceder, lo necesario para que su fama de torero valiente pusiese en pie las primeras piedras de su leyenda. Real de Montroi, en 1964, fue el escenario de su debut en público. Y ya todo fue un sin parar. Su nombre se convirtió en un fijo en todos los programas de las fiestas patronales que en la época hacían de los toros su atracción principal.

El año siguiente, 1965, incrementó el número de actuaciones, disminuyó el número de cogidas y acabó la temporada dando el gran salto, toreando en Valencia primero en un festejo de noveles y finalmente en el festival del Montepío de Toreros. Alternó entre otros con los valencianos Laderas, José María Membrives, Pepe Luis Díaz… en la lidia de novillos de distintas ganaderías, entre los que hay un toro de Sánchez Fabrés que le dejan al neófito y con el que da la talla, y avisa a los aficionados de que está preparado para empresas mayores.

El salto, su debut con picadores, se produce en las Fallas de 1966. Dos grandes cartelones con su imagen, al estilo de los que se utilizan para promocionar las grandes películas, cuelgan de las rejas que rodean la plaza. El suceso es el 16 de marzo, corta una oreja en sus dos novillos de García Romero y del impacto del torrentí habla bien a las claras el que lo repitiesen el 27 de marzo en que vuelve a cortar una oreja. Aquella temporada suma nueve actuaciones en la capital, cifra impensable en la actualidad, alternando con lo más florido del escalafón y otras seis al máximo nivel en la siguiente, entre las que destaca un mano a mano con Manolo Cortés en agosto, en el que ambos consiguen llenar la plaza y salir en hombros.

La temporada siguiente, 1968, es la del ascenso definitivo. El momento de la alternativa le llegó. Primer festejo de Fallas, buena entrada en las gradas, toros de Galache para los toreros Julio Aparicio, que actuaría de padrino, y Diego Puerta, de testigo. A su primer toro, de nombre Rondeño, le realizó una faena excelente, con pases naturales por ambos pitones. Le cortó una oreja y acabó saliendo a hombros entre el clamor popular. Fabra confirmó alternativa ese mismo año, en la Feria de San Isidro el 12 de mayo.

Ricardo de Fabra pasea en triunfo el rabo cortado a un toro de su lote.

Pero sería en el mayo inmediato, alternando con Paco Camino y El Cordobés, tarde en la que corta cuatro orejas y un rabo, cuando da su auténtica dimensión. A partir de ese momento recorrió las principales ferias de España y debutó en Méjico, pero problemas con sus apoderados, contenciosos con la empresa de entonces de Valencia que había querido apoderarle, influyeron en su trayectoria, que tuvo sensibles altibajos aunque nunca nada ni nadie le pudo arrebatar su cartel de torero valiente, muy valiente.

En 1983 se despidió de los ruedos en Valencia, en la corrida de la Virgen de los Desamparados, el 15 de mayo. Compartían cartel con él, El Soro y Emilio Muñoz, que le cortó la coleta, entre la emoción del público presente.

Sus restos mortales descansan en el Tanatorio Mémora de Torrent a partir de las 16:00. La misa funeral por su alma tendrá lugar mañana, miércoles 27, a las 11:00 en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Torrent. Descanse en paz.

Padrino en Pamplona

Fue el encargado el 19 de abril de 1974 de dar la alternativa a Manolo Rubio (saludos tras aviso y oreja), en presencia de Manolo de los Reyes (silencio en ambos). Le cedió la muerte de Pastelero, número 64, de 490 kilos Esta corrida de toros sirvió para inaugurar la temporada en la capital navarra. La plaza se llenó en un tercio de su aforo. Se lidiaron seis toros de Luis Albarrán, tres bravos y tres lidiables, que ni amenazaron caerse una sola vez. Fue su debut en la plaza de Pamplona. No enseñó nada nuevo. Estuvo valiente, sin más, con soltura en el ruedo y pisando seguro. Hizo dos faenas de igual corte, sin lograr conectar con el público. A su primero, segundo de la tarde, lo mató de media estocada y recibió palmas. Acabó con el cuarto de un pinchazo, media estocada y siete descabellos; pitos.

Cinco años antes, en 1969, ya había toreado, y triunfado, en Navarra. Lo había hecho en la plaza de Tafalla, un 15 de agosto, en el que alternó con Andrés Hernando (oreja y dos orejas) y Pedro Domingo (silencio tras aviso y pitos). Se lidiaron seis toros de José Escobar, de Sevilla, bien presentados, bien armados, que cumplieron en el peto, justos de fuerza en conjunto, y de excelente juego; los seis fueron aplaudidos en el arrastre y al cuarto se le dio inmerecidamente la vuelta al ruedo. Según la prensa local, sus dos faenas de muleta tuvieron parecidas características: buenos pases con la derecha, pero anduvo en todo momento a merced del toro, que era realmente quien toreaba. Pese a ello, le cortó una oreja a su primero, las dos al quinto y salió a hombros con Hernando.

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