FALLECE JOSÉ CRUZ IRIBARREN, GANADERO QUE TRIUNFÓ EN SAN ADRIÁN

El ganadero José Cruz Iribarren en el callejón de la plaza de Bilbao.

Socio de honor del Club Cocherito de Bilbao, quiso ser torero y llegó a debutar como novillero con picadores.

El ganadero bilbaíno José Cruz Iribarren Ajuriaguerra, propietario de la vacada de bravo que llevaba su nombre, falleció el pasado 1 de enero en su domicilio de Leioa a los 79 años de edad, a consecuencia de una insuficiencia respiratoria mientras dormía tras disfrutar la Nochevieja rodeado de su esposa, hijos y nietos.

Nacido en Otxandio, el 14 de septiembre de 1933, compró la Finca Cabezal Viejo en tierras salmantinas de Ciudad Rodrigo y posteriormente adquirió 80 vacas y dos sementales de Barcial. A mediados de los años 90, se hizo con otro lote de animales de procedencia Santa Coloma, vía Guadaira.  En 2000 adquirió los derechos de Herederos de Ignacio Pérez Tabernero y un lote de vacas de Daniel Ruiz.

En su juventud quiso ser torero. Se anunció como Joselito Cruz y toreó novilladas de promoción. Debutó en público el 29 de junio de 1951, en Villaverde de Trucios y se vistió por vez primera de luces en Bilbao, el de 6 junio de 1954, cortando una oreja. Llegó a debutar con picadores en la plaza madrileña de Vistalegre, el 16 de junio de 1957, frente a novillos de Quintana en un cartel completado por Morenito de Talavera y Juan Coello.

En los años 60 y 70, fue organizador de espectáculos, promocionó en la plaza de toros de Vista Alegre de Bilbao novilladas sin caballos y con caballos de las que salió fundamentalmente Pedro Gutiérrez «Niño de la Capea» y en las que también torearon Julio Robles, José Luis Galloso y José María Manzanares, que se presentaron de novilleros en Bilbao de su mano.

Gran aficionado y socio de honor del Club Cocherito de Bilbao, le fue bien en los negocios y con los años cumplió el anhelo de ser ganadero de bravo.

En Navarra, lidió un par de novilladas en la Feria de San Adrián y triunfó en ambas. En 1996, lidió cuatro erales y sobre uno de ellos, el llamado Rondeño, número 7, recayó el premio al mejor novillo de la feria. Los lidiaron el mexicano Arturo Velázquez y el francés Morenito de Arles, que cortaron sendas orejas.

En 2008, volvió a lidiar otro encierro en la misma localidad navarra. Sus cuatro novillos estuvieron bien presentados, tuvieron nobleza y motor, y sirvieron en la muleta; uno de ellos, el segundo, fue premiado con la vuelta al ruedo, aunque en esta ocasión los dos novilleros –Gabriel Martínez y Juan del Álamo, hoy matador de toros- no lograron trofeo alguno, se fueron de vacío.

El funeral por su alma se celebró al día siguiente en la Iglesia de San Juan, del municipio vizcaíno de Leioa. Sus cenizas serán esparcidas en el mar Cantábrico y en la finca salmantina de Cabezal Viejo. Descanse en paz.

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