FALLECE EL MATADOR DE TOROS SALMANTINO JUAN JOSÉ

Juan José recibe de El Viti el premio Salamanca 2015.

Juan José recibe de El Viti el premio Salamanca 2015.

En Pamplona, toreó dos tardes -ambas antes de la Feria de San Fermín-, en las que cortó sendas orejas.

El matador de toros Juan José García Corral -Juan José en los carteles- ha fallecido en la madrugada de este miércoles 15 de julio en Salamanca, a la edad de 69 años, tras una rápida y fulminante enfermedad. Atrás queda una dilatada vida en el toro, siempre abanderado de la honradez y el señorío; primero como matador, después al frente de la Escuela de Tauromaquia de Salamanca y por último como apoderado de Alejandro Marcos, su postrero descubrimiento.

El nombre de Juan José va ligado al más puro clasicismo de la sobria escuela castellana. Nació en La Fuente de San Esteban, el 22 de junio de 1952, corazón neurálgico del Campo Charro y villa rodeada de ganaderías. En su infancia se siente atraído por el enorme ambiente taurino que se respira en las calles de su pueblo. En el colegio su compañero de pupitre es Julio Robles y con él hace novillos en alguna tarde invernal para acudir a los tentaderos de las ganaderías de la zona (Atanasio, Galache, Cobaleda, Villoria, Sepúlveda…).

Apenas tiene quince años y por mediación de un banderillero paisano -Pepe ‘El Güevero’- empieza a torear becerradas por Ávila y Segovia tras debutar de luces en Coca, el 14 de agosto de 1967.

Madrugador es el debut con picadores, que se produce en Orihuela, el 14 de enero de 1968 y pronto se aúpa entre las novedades más distinguidas del escalafón inferior. Torea un alto número de festejos y pone a todos tan de acuerdo.

Solamente tiene diecisiete años recién cumplidos cuando accede al escalafón de los matadores en la histórica plaza manchega de Manzanares. Andrés Hernando es el padrino y Gabriel de la Casa, el testigo de una alternativa, celebrada el 11 de agosto de 1968, que lanza a Juan José a las ferias; corta las dos orejas y rabo a Hullero, el toro de la ceremonia y desoreja al que cierra el festejo para lograr una aclamada salida en hombros y entrar con todas las bendiciones en su nuevo grado. Torea un alto número de corridas y ese invierno viaja a América contratado para las más postineras ferias. En Lima sufre una grave cornada que lo mantiene en el dique seco varios meses y, tan lejos de su casa, nace una relación fraternal con Paquirri, compañero la tarde del percance.

Con el buen porvenir de su primer año de matador confirma al siguiente San Isidro. La ceremonia es el 17 de mayo de 1969, recibida de manos de El Viti y con Paquirri de testigo. La ganadería es de Paco Galache, entonces con máximo cartel en Madrid, siendo Castañeta el nombre del astado de la confirmación, en corrida que Juan José corta una oreja y gusta a la exigente afición madrileña.

En 1971, al regresar de Pamplona, sufre un aparatoso accidente de tráfico en Aranda de Duero, que le produce graves lesiones oculares, la pérdida de visión en uno de sus ojos. Ese hecho marca ya el resto de su carrera y lo priva de ser la figura del toreo que estaba llamado a ser.

A mediados de los ochenta, ante la aclamación popular, la empresa decide crear un cartel charro, con Juan José encabezando la terna compuesta por El Niño de la Capea y Julio Robles, repetida durante los ciclos de 1984, 1985 y 1986. En el primero de ellos la plaza vibra con su exquisito toreo al natural y los críticos madrileños destacados en La Glorieta quedan impresionados ante el torrente de arte que ofrece el de La Fuente de San Esteban, sin explicarse nadie cómo su nombre no está en las ferias. Al año siguiente forma un nuevo alboroto y en 1986 al no cortar orejas, la empresa lo devuelve, injustamente, a la tradicional corrida San Mateo que cierra el ciclo.

En esos años han llegado muchos toreros nuevos y cada día cuesta un poco más hacer nuevos festejos para este espada. Por esa razón, Juan José decide colgar el traje de luces y torea la última corrida en La Fuente de San Esteban el 14 de mayo de 1989, con motivo de la inauguración del Torero de Cuatro Caminos, la plaza promovida e inspirada por Paco Pallarés. En esta ocasión, con un llenazo, comparte cartel con Julio Robles -ya entonces disfrutando de su estatus de figura- y Sánchez Marcos, ante reses de Paco Galache.

Según Paco Cañamero, autor de este perfil biográfico, atrás quedaba una larga trayectoria marcada por el clasicismo castellano y el unánime respeto. A lo largo de su carrera dejó el colofón de numerosas tardes para el recuerdo y la dignidad con la que siempre defendió la tauromaquia, tanto en la plaza como en su faceta de director de la Escuela de Tauromaquia de Salamanca, labor ejercida durante veintinueve años con el sello de su maestría y donde fue maestro de toreros de la talla de José Ignacio Sánchez, Javier Castaño, Leandro, Andrés Sánchez, Eduardo Gallo, José Ramón Martín, López Chaves, Javier Valverde, Juan Diego, Julián Guerra, Juan del Álamo… Su última aportación al toreo fue el descubrimiento de Alejandro Marcos, su discípulo, paisano y pariente a quien llevó a la alternativa y supo captar tan bien las lecciones del maestro.

Descanse en paz quien fue una gran persona, un maestro del toreo con mayúsculas y quien caminó por el mundo alzando siempre la bandera del señorío y la honradez.

En Pamplona, dos tardes

Juan José realizó dos paseíllos en la plaza de la capital navarra, ambos antes de San Fermín. Se presentó el 6 de junio de 1971, en una tarde en la que la alternó con Pedrín Benjumea y Juan Calero, que se fueron de vacío. Todos ellos lidiaron seis toros de Lucio Muriel, muy bravos los dos primeros y tirando a deslucidos los restantes. El salmantino se mostró elegante ante su primero, al que le cortó una oreja. Al quinto, le hizo una faena completa, dominadora, artística, pero falló con la espada y acabó recibiendo un aviso.

Un año y cinco días después, el 11 de junio de 1972, regresó a Pamplona, volvió a dejar buena imagen y acarició la puerta grande. Compartió cartel con Paco Ceballos, que no consiguió trofeos, y Santiago López, que cortó una oreja. Se lidiaron seis toros de Herederos de Flores Albarrán, sin peligrosidad, pero no gratos para los diestros y para el público. Entró en el cartel en sustitución de José Falcón. A su primero lo trajo y lo llevó perfectamente toreado sobre ambas manos, con arte y mando; consiguió una estocada chalequera y se le premió con una oreja. Ante el quinto, pudo haber repetido la faena, pero se obcecó en que el piquero no lo tocara y el toro llegó crudo a la muleta; además, a la hora de la muerte, estuvo aperreadillo con la espada; acabó con cinco pinchazos y una estocada.

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