El considerado mejor torero catalán de la historia hizo cinco paseíllos en Pamplona, estoqueó diez toros y cortó una oreja.
El matador de toros Joaquín Bernadó ha fallecido este mediodía a los 86 años de edad. Nacido en Santa Coloma de Gramanet, el matador de toros catalán fue uno de los diestros que más paseíllos ha hecho en plazas como Barcelona -donde llegó a torear 243 tardes- o México, siendo todo un habitual en la plaza de toros de Las Ventas.
Tomó la alternativa en Castellón el 4 de marzo de 1956, con Antonio Bienvenida de padrino y Julio Aparicio como testigo, con el toro Carolo, de Manuel Arranz. Ese mismo año, confirmó la alternativa en Madrid el 10 de junio con Mario Carrión de padrino y Joselito Huerta como testigo, con toros de la ganadería de El Pizarral.
Torero de gran elegancia, técnica y depurado arte, tuvo en las plazas de Barcelona y Madrid sus dos principales feudos, donde solía anunciarse en numerosas ocasiones en la temporada, dejando para el recuerdo varias faenas en los veranos del coso venteño.
A pesar de su corte fino, Bernadó impuso su toreo a todo tipo de toros y de encastes, sin rehusar nunca a anunciarse con cualquier ganaderías. De hecho, el matador de toros catalán fue uno de los pocos diestros que se han anunciado con seis toros de la ganadería de Miura en solitario. Lo hizo en Barcelona el 3 de septiembre de 1972.
Su concepto estilista no le impidió romper moldes, dejando su aportación a la historia de la Tauromaquia en una de las suertes más realizadas en este momento: la bernadina. Una suerte que se suele utilizar en los remates de las faena de muleta.
El amor por el toreo, el toro y la Tauromaquia hizo que aunque se retirara de los ruedos nunca abandonó su gran pasión, dejando sus enseñanzas a numerosos matadores de toros de la actualidad siendo profesor de la Escuela de Tauromaquia Marcial Lalanda de Madrid. Ese afán didáctico de enseñar la grandeza de la Tauromaquia también le llevó durante numerosos años a los micrófonos de Telemadrid, donde compartió muchas retransmisiones taurinas junto a Miguel Ángel Moncholi.
Considerado el mejor torero catalán de la historia, fue un férreo defensor de la Cataluña taurina cuando se llevó a cabo la prohibición de los toros en esta comunidad autónoma. Descanse en paz.
Una oreja en Pamplona
Tras lidiar una novillada picada en Pamplona el 11 de julio de 1955, se presentó como matador de toros en 1968, en una corrida de toros que no tuvo historia.
En San Fermín debutó el 11 de julio de 1976, frente a toros de Isaías y Tulio Vázquez. No le acompañó la suerte esa tarde pero sí en la feria de San Fermín Txikito de 1978. Dio una lección de técnica torera, de conocimientos, dominio y buen gusto. Mostró finas maneras y reposo seguro. Le cortó una oreja al cuarto de Salvador Guardiola, la única que consiguió en la capital navarra.
Toreó después en las ferias de 1979 y 1980. Se las vio ambos años con lotes de Marqués de Albaserrada, a los que toreó bien pero mató mal, por lo que fue abroncado en su última tarde de luces en Pamplona.