En más de una ocasión aseguró que tenía una espina clavada, la de no haber toreado en la capital navarra, aunque sí lo hizo en otras plazas, como las de Sangüesa y Cascante.
Victoriano de la Serna Ersnt falleció el sábado pasado en Sevilla, a los 77 años de edad. Su padre, llamado también Victoriano, además de torero, fue estudiante de Medicina y acabó la carrera sin dejar de vestir el traje de luces. Esta circunstancia le trajo a Pamplona, al hospital que se habilitó durante la guerra en el Seminario Diocesano y que se llamó Hospital Alfonso Carlos, donde estuvo ejerciendo como cirujano.
Fue en aquel tiempo, el 1 de mayo de 1939, cuando nació en Pamplona su hijo Victoriano de la Serna Ernst, primero de cinco varones a los que precedieron tres hermanas. Y en la capital navarra vivió con su familia varios de sus primeros años, concretamente en el número 9 de la calle Sangüesa.
Primeros pasos
Vistió su primer traje de luces, un lila y oro, el 19 de marzo de 1957. Debutó con picadores el 16 de marzo de 1958 en Puertollano (Ciudad Real); se enfrentó a reses de la vacada de Ramón Vázquez de Troya, junto a Pierre Schull y Luis Ortego.
Tras abrir la puerta grande de la Monumental de Barcelona, se presentó en Madrid como novillero el 23 de junio de 1960, alternando con Pinto y Andrés Hernando; logró dar una vuelta al ruedo.
Tomó la alternativa en Aranjuez, el 5 de septiembre de 1960, dada por Curro Girón ante la presencia de Paco Camino. El toro de la ceremonia, Diamante, número 207, de 499 kilos de peso en bruto, lucía el hierro de Antonio Pérez de San Fernando; a éste ejemplar le cortó una oreja, después de haberlo brindado a su padre, que estaba en el callejón de la plaza.
Díez días después, la confirmó en Madrid, frente a toros de Samuel Hermanos. Ante la presencia de Victoriano Cuevas “Valencia”, Luis Miguel Dominguín le cedió la muerte de Bizcochito, negro listón, número 27, de 480 kilos, ante el que recibió un aviso.
A partir de ahí, se fue forjando un torero de temporadas cortas, respetado en Las Ventas por su gran clase. En 1965 abandonó los ruedos pero regresó a ellos en 1968, en Calatayud. Después, volvió a colgar los trastos pero fue en 1978 cuando deja las últimas pinceladas de su torería. Su última corrida de toros tuvo por escenario la plaza granadina de Baza, en la feria, donde dio la alternativa a Curro Trujillo, en 1987.
Dinástico
Fue el segundo de los tres matadores de toros que dio la dinastía La Serna: Victoriano de la Serna en 1931 –su padre-, Victoriano de la Serna Ersnt en 1960 y Víctor de la Serna en 2002 –sobrino-. Novilleros en su familia fueron sus tíos Pablo, Ramón y Rafael, su hermano José Ignacio -banderillero también durante muchos años a las órdenes de José Fuentes-, y su sobrino Nacho. Era tío asimismo de Vicente Zabala de la Serna, crítico taurino de ‘El Mundo’.
En este sentido, Sepúlveda alberga la sede de la peña taurina que recuerda a su padre. En ella, entregó en numerosas ocasiones el premio del Pase de las Flores a distintos triunfadores; entre ellos, a Víctor Barrio, fallecido este mismo año cuando toreaba en Teruel.
La espina de Pamplona
En más de una ocasión, aseguró tener una espina clavada con Pamplona, ya que nunca le llamaron para torear ante sus paisanos. Sin embargo, sí que participó en varios festivales en Navarra, como, por ejemplo, los celebrados en Sangüesa y en Cascante, ambos durante el mes de septiembre de 1982.
En el coso sangüesino, casi lleno, toreó con Ángel Teruel (pitos), Roberto Domínguez (oreja) y Enrique Vera (ovación tras aviso). Fue un festival picado en el que se lidiaron cuatro novillos de Pérez Angoso. Victoriano le cortó una oreja al que abrió plaza y pasó después a la enfermería por un palotazo que había recibido.
Y al día siguiente toreó en Cascante, en otro festival en el que se lidiaron erales de José Escolar. Hizo el paseíllo con Antonio José Galán (dos orejas y rabo), Justo Benítez (palmas) y Alfonso Galán (oreja). Le correspondió el difícil que abrió plaza, al que lo toreó bien pero mató muy mal, lo que provocó división de opiniones.