FALLECE EL MEXICANO MARIANO RAMOS, QUIEN TRIUNFÓ EN SAN FERMÍN

Mariano Ramos en una de sus últimas actuaciones.

En la Feria del Toro de 1974, le cortó las dos orejas a un toro de Martínez Elizondo.

El diestro mexicano Mariano Ramos falleció el pasado viernes en la Ciudad de México, como consecuencia de una enfermedad renal crónica que se complicó con una ulcera gástrica, de la cual le habían operado el jueves en el Sanatorio Durango de la capital azteca. Ramos, conocido como “El torero charro”, tenía 59 años de edad y formó parte de una generación importante de toreros aztecas como Manolo Martínez, Eloy Cavazos, David Silveti o Miguel Espinosa “Armillita”, entre otros.

El velatorio ha tenido lugar en el auditorio Silverio Pérez de la Asociación Nacional de Matadores de Toros. Hasta el mismo se han acercado toreros y gente del toro, así como muchos aficionados que han querido darle el último adiós.

Mariano Ramos Narváez nació el 26 de octubre de 1952 en la Ciudad de México. Se presentó como novillero a finales de los años 60 y, tras sumar un número corto de festejos, se presentó en la Plaza México el 18 de julio de 1971.

La plaza “Revolución” de Irapuato le vio doctorarse como matador de toros la tarde del 20 de noviembre de ese mismo año, de manos de Manolo Martínez como padrino y Paquirri como testigo. Confirmó su alternativa en la Plaza México el 5 de diciembre de 1971, con Manolo Martínez y Antonio Lomelín.

En 1974 realizó temporada española, sumando 27 paseíllos. Debutó en Castellón y poco después Valencia donde abrió la puerta grande. Su confirmación en Las Ventas tuvo lugar el 18 de mayo, acompañado por Curro Romero y Paquirri con toros de Baltasar Ibán.

Una tarde, un triunfo

Ese mismo año, el 9 de julio, se presentó en Pamplona, en un festejo que fue televisado. Hizo el paseíllo con Diego Puerta y Ruiz Miguel, que se fueron de vacío y tuvieron que soportar alguna bronca del respetable. Se lidiaron seis toros de Martínez Elizondo, con casta, incómodos y un tanto broncos; algunos se cayeron; pese a ello, formaron un encierro aceptable. A su primero lo toreó en el centro del ruedo por naturales, sin moverse del terreno pero demasiado encima; mató de un pinchazo y media estocada buena, y fue premiado con las dos orejas del toro. Al que cerró plaza, le dio pases destemplados, enmendándose, con paso atrás; lo despachó de una estocada pasada y dos descabellos; escuchó palmas.

A pesar de este triunfo, no volvió a torear en la capital navarra, un matador de toros que, a lo largo de su carrera, superó las mil corridas de toros, siendo uno de los toreros que más veces ha actuado en la Plaza México. De las tardes de gloria en esta plaza se recuerdan las faenas al toro Timbalero, de Piedras Negras, en 1982, y la tarde que cuajó una década después en un mano a mano con José María Manzanares.

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